Métodos anticonceptivos

Los métodos de barrera femeninos tienen un uso actual acotado y restringido, por lo que su empleo debe ser asesorado por profesionales capacitados que orienten a la mujer sobre la mejor alternativa anticonceptiva.

Jueves 6 de julio de 2017

Métodos anticonceptivos
escrito por

Erica Castro, académica U. San Sebastián

Si bien los métodos anticonceptivos hormonales son los más empleados por las mujeres para espaciar el número de embarazos, también existen métodos femeninos de barrera, los que corresponden a dispositivos o químicos que interfieren con el ascenso de los espermatozoides. En este grupo encontramos los espermicidas, el diafragma y el condón femenino. 

El diafragma fue el método más empleado por las mujeres antes de la pastilla anticonceptiva. Es una membrana de látex con un borde en forma de anillo, flexible, que se coloca cubriendo el cuello uterino con o sin espermicida. Existen de diferentes dimensiones, por lo que la mujer debe consultar a un profesional especializado para verificar la medida adecuada.

Se debe usar, idealmente, varias horas antes de la relación sexual. Al retirarlo debe lavarse y guardarse en su caja para evitar rupturas. La eficacia de este método depende de su correcto uso y cuidado. La tasa de embarazo con buen uso del método es de 6 por cada 100 mujeres/año. Este método no previene del VIH o de otras infecciones trasmitidas sexualmente (ITS) y actualmente no está disponible en Chile.

Los espermicidas son  productos en forma de jaleas, cremas, espumas y óvulos que se colocan dentro del canal vaginal. Están compuestos de un químico denominado Nonoxynol–9, que tiene la propiedad de inmovilizar o matar los espermatozoides, con lo que impiden su ascenso. Deben administrarse antes de la relación sexual y los comprimidos u óvulos unos quince minutos previos. La duración del efecto anticonceptivo es de aproximadamente una hora, por lo que para cada relación sexual se debe volver aplicar una dosis.

Estos métodos pueden originar irritaciones y candidiasis y están asociados a un deterioro en la composición de Lactobacillus spp. vaginal. Si se usan correctamente tienen una tasa de embarazos de alrededor de 20 por cada 100 mujeres/año y no protegen del VIH u otras ITS, es más, el compuesto químico puede originar erosiones o lesiones microscópicas que pueden favorecer su transmisión. En relaciones de pareja estable y fidelidad mutua, se sugiere actualmente su uso, cuando no hay otro método que pueda emplear la mujer durante la perimenopausia.

Los preservativos femeninos modernos, se introdujeron en el mercado en los noventa y estaban hecho de poliuretano. Los condones actuales son de nitrilo sintético, tienen forma de una bolsa cilíndrica lubricada con dimeticona, Tiene dos anillos flexibles: en el extremo cerrado tiene un anillo interior móvil para que se inserte el dispositivo en la vagina; el anillo exterior es más grande y fijo y permanece fuera de la vagina para cubrir la vulva. Cuando el uso es correcto y consistente, la tasa de embarazo es de 5 de cada 100 mujeres/año.

Existe una variante de este condón denominado 'condón anti-violación', el que tiene como objetivo causar dolor al agresor y a disuadirlo de perseguir el abuso sexual. Su introducción ha sido controversial, pero su empleo es defendido en áreas geográficas con elevado índices de estos delitos.

Los condones femeninos han tenido menor grado de uso en el ámbito mundial, probablemente por aspectos culturales, costo más elevado y forma de uso, ya que se debe poner en el canal vaginal antes de la relación sexual. Por esto, como ha sido menos la población que los ha ocupado, se estima que protegen contra el VIH e ITS, aunque faltan resultados clínicos que lo avalen. 

Los métodos de barrera femeninos tienen un uso actual acotado y restringido, por lo que su empleo debe ser asesorado por profesionales capacitados que orienten a la mujer sobre la mejor alternativa anticonceptiva. 

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