Luces y sombras del CAE

Especialmente crítico es sobre la falta de vigilancia por parte de los gobiernos que lo sucedieron, en materia de aseguramiento de la calidad y del poco interés que hubo en el primer gobierno de la ex Presidenta Bachelet de mejorar las condiciones financieras del crédito.

Viernes 7 de septiembre de 2018

Luces y sombras del CAE
escrito por

Carlos Williamson Benaprés, rector Universidad San Sebastián

El ex Presidente Lagos ha revelado algunos aspectos interesantes sobre las razones que tuvo a la vista su gobierno para crear el año 2005 el Crédito con Aval del Estado, CAE. Destaca que este crédito fue "la herramienta que permitió una tremenda expansión del sistema de educación superior", aunque asegura que hubo fallas y que "las cosas se pudieron hacer de mejor manera".

Especialmente crítico es sobre la falta de vigilancia por parte de los gobiernos que lo sucedieron, en materia de aseguramiento de la calidad y del poco interés que hubo en el primer gobierno de la ex Presidenta Bachelet de mejorar las condiciones financieras del crédito. 

Es llamativo, sin embargo, que el ex Presidente no hiciera una autocrítica de las deficiencias en que incurrió su propio gobierno. Desde luego, sobre el diseño defectuoso del instrumento. ¿Por qué razón, al momento de crear el CAE, no se contempló un pago contingente al ingreso laboral del egresado, y por qué no se fijó un techo a la tasa de interés? ¿No era justo que el CAE tuviera las mismas condiciones vigentes para los estudiantes de las universidades del Cruch, beneficiados con un crédito blando del Fondo Solidario? Da a entender que enfrentó problemas fiscales para hacerlo, lo que se condice con la proyección acotada que su gobierno hizo, en el informe financiero, sobre el crecimiento de la demanda del CAE de tan solo 40.000 alumnos al octavo año. 

Sobre la calidad, el ex mandatario argumenta que fue la oposición de centroderecha la que se negó a perfeccionar la ley sobre acreditación para hacerla más robusta en materia de protección de la fe pública. Pero, ¿no contaba su gobierno con mayoría en el Congreso para aprobar los cambios? Finalmente, no explica por qué al Estado se le negó el derecho a emitir créditos, quedando a merced de la banca, la que impuso condiciones, si bien legítimas en función de sus costos financieros y operacionales, muy onerosas para el erario público. 

El CAE no fue un Transantiago, como sus detractores lo califican. Tuvo más luces que sombras, ya que es evidente que sin el CAE miles de estos jóvenes no habrían tenido la posibilidad de estudiar y muchos engrosarían el segmento entre 18 y 24 años que la OCDE define como una lacra social, porque "no estudian ni trabajan". En tal sentido, como dijera el ex ministro Bitar en la comisión investigadora, "buena parte de lo que hicimos fue buscar más igualdad en nuestro país". Y tiene razón. 

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