Influencia social y conductas de riesgo en adolescentes

Desde la psicología social sabemos que hay necesidad de pertenecer a un grupo y construir una identidad de autoestima positiva y, para ello, debemos seguir ciertas normas. Esto en la adolescencia toma vital trascendencia y fuerza, lo que permite pensar en que los que pasan por esta etapa están mucho más propensos a ser influenciados.

Miércoles 10 de mayo de 2017

Influencia social y conductas de riesgo en adolescentes
escrito por

Ramiro González, académico Universidad San Sebastián

En las últimas semanas, por diversas razones, el tema del suicidio en adolescentes ha aparecido diariamente en los medios, tanto por el revuelo que está causando la serie “13 Reasons Why” o por el “juego de la ballena azul”. 

Las conversaciones van desde cuestionar o acusar al primero de apologético hasta reacciones de temor generalizados hacia el segundo (aunque todavía no haya datos certeros de que las tasas de suicidio que se citan estén relacionado al juego en sí). No es mi intención desacreditar dichas reacciones como tampoco entregar más ingredientes al terror general, sino más bien aportar ciertas nociones que me llamaron la atención de estos
casos.

En primer lugar, hay que considerar que estamos hablando de una etapa en particular: la adolescencia, donde una de las principales características es la tendencia gregaria en términos identitarios. Desde la psicología social sabemos que hay necesidad de pertenecer a un grupo y construir una identidad de autoestima positiva y, para ello, debemos seguir ciertas normas. Esto en la adolescencia toma vital trascendencia y fuerza, lo que permite pensar en que los que pasan por esta etapa están mucho más propensos a ser influenciados. ¿Gran paradoja no?, ya que se supone que es cuando hay más necesidad de distanciarse y encontrar el propio camino.

La influencia social puede entenderse, según Baron y Byrne, como el esfuerzo realizado por uno o más individuos para cambiar las creencias y comportamientos de una o más personas. Los fenómenos de influencia son cotidianos y no tienen nada de malo en si mismos, salvo cuando se persiguen fines negativos como los que supuestamente están detrás del juego de la ballena.

Insisto, sea real o no lo de este juego, vale la pena tomar ciertas precauciones. Pareciera que los creadores de éste han tomado un libro introductorio de influencia social y han armado una serie de pasos que se saben utilizar cuando esta influencia es llevada a su forma extrema: adoctrinamiento intenso. Si se analizan los 50 pasos delineados en este juego, podemos ver que se intenta generar un ablandamiento que implica confusión, cansancio, desorientación. Luego una etapa de condescendencia donde se exige que se pongan al servicio de lo que se les demanda.

Se pasa también por una etapa de internalización que busca la aceptación privada o interna, para lo cual buscan que los jugadores eviten el contacto con el mundo externo y conversen con otros que están dentro del mismo. Finalmente una fase de consolidación, la que implica una aceptación completa de lo que se dicta y la realización de actos costosos.

Si bien estos supuestos aplican a diversas situaciones de adoctrinamiento, sobre todo en sectas (muchas de las cuales han terminado en suicidios colectivos), no está de más que en casa estemos atentos a señales de nuestros prójimos que denoten algunas similitudes con las ya descritas.

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