Se sabe que, en la conversación habitual, la capacidad de transporte aéreo significativo es de aproximadamente 1 a 1,5 metros. En los otros casos, el alcance es más del doble. La posibilidad de mantener sistemáticamente esas distancias seguras, en ambiente escolar es predeciblemente mínima. Por lo tanto, en principio sería recomendable mantener el uso de mascarilla, por lo menos en los recreos.

Sin embargo, existe “fatiga de uso de mascarilla” no solo en los niños, también en los padres y adultos en general, como es fácil de constatar en las calles.

Adicionalmente, lo más preocupante del eventual contagio, es que este se transforme en una infección grave, que requiera hospitalización. Esta ocurrencia está neutralizada por un proceso de vacunación masiva, que, si bien no impide el contagio, minimiza sus consecuencias graves.

En este momento en Chile tenemos un número importante de gente contagiada, diseminando la infección, pero el alto porcentaje de personas con su esquema de vacunación completo permite que pase como poco más que un “resfrío fuerte”.

Por lo tanto, una alternativa realista sería aceptar relajar la norma de uso de mascarillas en cursos en los cuales un porcentaje significativo de los niños estén con TODAS sus dosis de vacuna al día, protegiéndolos de un eventual contagio “maligno”.

Naturalmente aquellos niños con patología pulmonar o deficiencia inmunológica deberían continuar con las precauciones. 

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