Desmitificando los mitos en contra del modelo económico

La mayor tasa de crecimiento del quintil más pobre derrumba también el mito de que el modelo de crecimiento chileno solo beneficia a los más pudientes.

Lunes 19 de noviembre de 2018

Desmitificando los mitos en contra del modelo económico
escrito por

Francisco Javier Labbé, decano Facultad de Economía y Negocios, U. San Sebastián

En los últimos días hemos tomado conocimiento de dos noticias muy relevantes para nuestro país que no han tenido el nivel de divulgación que le correspondería por la importancia para las políticas públicas de nuestro país. Estas dos noticias son: que el sistema de AFP chileno está dentro de los 10 mejores del mundo y que el modelo de la economía chilena es el que permite el mejor ascenso social de los países de la OECD.

La primera noticia, del estudio 2017 Melbourne Mercer Global Pension Index”, es que Chile tiene el octavo mejor sistema de pensiones del mundo. Esta noticia tremendamente relevante, no es novedad para los que entendemos algo más de economía que la mayoría de los chilenos. La mayor parte de los inversionistas saben que la rentabilidad que han logrado las administradoras de fondos de pensiones a lo largo de los años es de las mejores del sistema financiero, con el agregado del mínimo riesgo a que están expuestos los trabajadores que tienen fondos en el sistema.

¿Cómo entonces se entienden las críticas que muestran las bajas pensiones a las que acceden algunos trabajadores? La explicación la podemos encontrar a mi entender en las tres causas que considero más importantes: En primer lugar, no todos los trabajadores cotizan en el sistema y la gran parte de los que cotizan tienen importantes lagunas previsionales. De hecho, más del 40% de los pensionados han cotizado menos de 10 años para su pensión, por lo que los fondos acumulados al momento del retiro, por más que la rentabilidad haya sido muy elevada, no van a alcanzar para una jubilación del orden del 70% de la remuneración del último período, que es lo deseable. Solo por este efecto el promedio de las pensiones tiene que mostrar números bajísimos, pero ello no justifica una crítica al sistema de pensiones.

En segundo lugar, la tasa de interés real en los inicios del sistema en los 80, era del orden del 12% real mientras que durante la última década la tasa de interés real promedio ha bordeado el 4%, por lo que la acumulación de capital ha sido insuficiente, a pesar de la elevada eficiencia con que ha funcionado el sistema.

Por último, y quizás la más importante, las edades de jubilación de los chilenos de los 60 años para las mujeres y de 65 años para los hombres hoy día no son consistentes con el aumento de la esperanza de vida. Independiente de que no hay razón para que las mujeres jubilen antes que los hombres, la esperanza de vida al nacer en el caso de las mujeres supera hoy los 82 años y la esperanza de vida de las mujeres al momento del retiro está cercana a los 90 años. En otras palabras, los recursos acumulados para ese caso, han sido y son insuficientes para financiar una pensión aceptable por 30 años. Por ello, una reforma al sistema requiere necesariamente aumentar significativamente la edad de pensionarse igualando la de hombres y mujeres; corregir las lagunas previsionales y aumentar la tasa de cotización al sistema AFP.

La segunda noticia, que no fue considerada por los medios como relevante, fue que un reciente estudio de la OECD muestra que la movilidad social de Chile es la más potente de los países de la OECD. Este estudio echa por tierra la teoría de que el modelo económico no permite el ascenso social. El estudio mostró que el 23% de los hijos del cuartil de padres más pobres alcanzaron un nivel de ingresos correspondiente al cuartil más rico. Este resultado es el mayor de todos los países de la OECD. Más aún, mostró también que en Chile los hijos del cuartil de padres más pudientes cayeron en forma importante al cuartil más pobre, derrumbando el mito de que los hijos de ricos siempre son ricos. Este último resultado es el tercer mayor resultado de todos los países de la OECD. En resumen, el exhaustivo estudio de esa institución sindica a nuestro país y a su sistema económico como el que permite en mayor medida la movilidad y ascenso social.

La potencia del ascenso social de la economía chilena tiene, a mi entender, dos explicaciones: la primera, el casi universal acceso al sistema universitario chileno, en donde el desarrollo de las instituciones privadas de Educación Superior ha posibilitado que más del 60% de los jóvenes tengan la posibilidad de adquirir capital humano de calidad y, la segunda, la elevada tasa de crecimiento del ingreso del quintil más pobre que, de acuerdo a la encuesta Casen, entre los años 1990 al 2013 alcanzó un 8,2% anual, muy superior a la tasa de crecimiento del quintil más rico de solo un 5,3%. La mayor tasa de crecimiento del quintil más pobre derrumba también el mito de que el modelo de crecimiento chileno solo beneficia a los más pudientes.

Gracias a Dios existen los estudios serios de instituciones serias que permiten separar la paja del trigo y apreciar qué políticas públicas aportan significativamente al progreso del país y de los más pobres y así evitar cometer el error de creer en los cantos de sirenas que solo pretenden llevar aguas a sus molinos.

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