Universidades y movilidad social

Cada año en esta fecha, la atención de miles de familias chilenas está puesta en el acceso al sistema de educación superior, cuya efectividad se mide por su capacidad de promover la movilidad social.

Miércoles 26 de enero de 2022

Universidades y movilidad social
escrito por

Carlos Williamson, rector de la Universidad San Sebastián.

En tal sentido, la política pública debe remover las barreras a la entrada que enfrentan los sectores más vulnerables. De tipo económico, por medio de becas, créditos o gratuidad, y en eso el avance es significativo.

Pero también hay barreras académicas: brechas de puntajes en las pruebas de selección que obedecen a una formación de inferior calidad en los colegios públicas, o bien, porque las pruebas no están diseñadas para captar las aptitudes y talentos de los postulantes de menores recursos. Sobre esto último, es un avance que la actual prueba de selección esté migrando hacia preguntas de habilidades, más que de contenidos curriculares.

Asimismo, hay brechas en las NEM y ránking, indicadores que también se ponderan en los puntajes de selección, no explicadas por diferencia de aptitudes entre estudiantes de colegios particulares pagados y públicos. ¿Cuán importantes son estas brechas y cuanta movilidad existe? Un interesante estudio, “El aporte de la educación superior a la movilidad social en Chile”, de Josefa Aguirre y Juan Matta, arroja algunas luces. Así, la probabilidad de ingresar a la educación superior es un 31% menor para un individuo proveniente del primer quintil, el de menores recursos, que para alguien proveniente de los cuatro quintiles superiores.

Sobre movilidad, se señala que esta depende tanto de la capacidad de cada institución para atraer estudiantes vulnerables (tasa de acceso), como de las perspectivas de ascenso económico de aquellos estudiantes desaventajados que acceden a dicha institución (tasa de éxito). En la práctica y, pese a todo, es una buena noticia que haya movilidad social, aunque todavía insuficiente. Del total de estudiantes vulnerables que acceden a la educación superior, el 25,9 % logra acceder al quintil 5 de ingresos y el 12,3 % obtiene ingresos en el decil 10.

Se observa, además, que las universidades de regiones o con importante presencia regional son aquellas que exhiben los más elevados índices de movilidad social, entre ellas varias universidades privadas, lo que demuestra su aporte desde el punto de vista de la equidad social. El tema de acceso y movilidad social en la educación superior solo cobra interés cada año en esta época y después pasa al olvido.

Ojalá que el nuevo gobierno, que exhibe como una de sus banderas de lucha la justicia social, ponga especial atención en los temas pendientes sobre los orígenes y las acciones pendientes para cerrar las brechas de acceso para sectores vulnerables, sin prejuicios sobre la condición jurídica de las instituciones, sino solo atendiendo a su contribución al bien común.

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