La renuncia de la ex ministra de Salud Helia Molina, tras sus dichos sobre el aborto, generó  diversas reacciones en el mundo político, tanto por representantes de la Nueva Mayoría como la Alianza.

Varios personeros de izquierda apoyaron a la ex secretaria de Estado argumentando que se trata de un problema de salud pública y de inequidad en el acceso, pero con estadísticas bastante antojadizas, un poco similar a la mitología del lecho de Procusto, utilizando las cifras a piacere para generar desinformación en la población.

Ninguno de los datos que comentan son ciertos. Un estudio realizado por el Instituto MELISA titulado “Epidemiology of abortion and its prevention in Chile” publicado durante este año en la Revista Chilena de Ginecología y Obstetricia es bastante claro y realiza una estimación muy fidedigna de la cantidad de abortos que podrían ocurrir en el país, los cuales en ningún caso superan los 20.000 al año. No me cabe duda de que los comentarios escuchados, los que hablan de más de 100.000 anuales, sólo tienen un trasfondo: justificar su proyecto de ley para despenalizar el aborto. 

Lo lamentable es que estas iniciativas legislativas no están dirigidas a lo verdaderamente importante: la prevención. Prevenir el aborto debería ser el foco las políticas públicas de salud centradas en el binomio madre-niño.

Por otro lado, y no menos importante, es que llama profundamente la atención que en todos los medios de comunicación se entreviste e invite, mayoritariamente, a personas con una línea de pensamiento pro aborto. Si queremos tener un debate serio y con altura de miras debemos escuchar ambas partes y, por supuesto, con información real.