Aborto y malformaciones fetales

Un enfermo terminal es aquella persona que padece una condición irreversible, con el conocimiento médico actual, que lo conducirá a la muerte en un plazo breve. Un ejemplo de esto son los niños con malformaciones fetales. Son personas gravemente enfermas que merecen todo el cuidado médico necesario para hacer frente a la particular situación de vida que enfrenta.

Miércoles 10 de junio de 2015

Aborto y malformaciones fetales
escrito por

Nicolás Fernández

Un grave problema que ha tenido el médico a lo largo de su historia es qué hacer ante la muerte ¿qué hacer ante el diagnóstico de una enfermedad terminal?

Todos sabemos que la muerte es parte de nuestro ciclo vital, es la única situación en medicina en que la probabilidad de que ocurra es igual a uno, existe certeza de que vamos a morir, lo que no podemos saber es cuando. Algunos morirán tempranamente a los días o meses de vida, otros con unos cuantos años y finalmente aquellos que partirán cuando ya hayan hecho todo lo que tenían que hacer, cuando ya estén muy envejecidos. Sin embargo, el hecho de morir antes o después no tendría por qué ser un problema para el médico, una vida no es más o menos digna de acuerdo a su duración. La persona humana vale en función de sí misma y posee un sentido y dignidad que le son propias; y el médico que atiende a un paciente con una enfermedad terminal, tiene el deber de actuar concordante con la trascendencia de esa vida humana, única e irrepetible, durante ese trance vital.

Ante dichas situaciones es deber del médico intentar en su paciente el mayor bienestar físico y psicológico posibles, de tal forma que exista una muerte digna.

Un enfermo terminal es aquella persona que padece una condición irreversible, con el conocimiento médico actual, que lo conducirá a la muerte en un plazo breve. Un ejemplo de esto son los niños con malformaciones fetales. Son personas gravemente enfermas que merecen todo el cuidado médico necesario para hacer frente a la particular situación de vida que enfrenta.

Tan importante como las acciones médicas que se puedan llevar a cabo, los niños con malformaciones fetales, como toda persona, tienen necesidades espirituales que se hacen, sin duda, mucho más importantes para él en este momento crucial de su vida, quizás no tan duradera como la suya o la mía, pero igual de trascendente. En estas circunstancias el médico debe acompañar a su enfermo a morir del modo que él, como persona, lo merece.

Lo anterior es lo que haría una medicina realmente humana. Sin embargo, hay médicos que piensan que su labor termina cuando han hecho un diagnóstico vital de irreversibilidad y es ahí donde proponen, para evitar todo el acompañamiento y como supuesta medida en pro de la mujer, el aborto. La verdad es que el momento en que se hace un diagnóstico de enfermedad terminal es sólo el comienzo de una etapa diferente, la que implica acompañar a sus pacientes -madre e hijo- hasta el término de la vida de aquel más frágil e indefenso.

La mayoría de las veces que la mujer piensa en abortar, no es porque lo que crea algo bueno, sino más bien porque no se le ofreció todo el acompañamiento, médico y espiritual, que ella requiere. Estudios de la Fundación Chile Unido, con más de 15 años acompañando a mujeres con embarazos vulnerables que por diversas situaciones han pensado en abortar, demuestran que el 92% se ve presionado por el entorno, la familia y las circunstancias adversas. Y más importante aún es que el 85% de las mujeres que recibieron un apoyo integral previnieron el aborto.

De ahí que el médico que abandona a su paciente, declarado gravemente enfermo, proponiendo el aborto como una solución, está dejando de cumplir su principal labor ética y profesional, la que no es sólo curar, sino que aliviar y, en última instancia, dar consuelo.

Me atrevería a decir que casi siempre que una mujer expresa su deseo de abortar ante tal difícil situación como es la de tener un hijo gravemente enfermo, no es otra cosa que un dramático llamado de ayuda para que se le otorgue el cuidado que merece y que, lamentablemente, no se le está proporcionando y muchas veces ni siquiera se le propuso. Más que proponer el aborto, se espera que se propongan políticas públicas que permitan que todas las mujeres con embarazos complejos puedan recibir el apoyo integral que ella y su hijo, gravemente enfermo, requieren.

Por último, debo decir con convicción que, cualquier acción directa de un médico que busque poner fin a la vida de un enfermo y más aún si la es contra aquel más frágil e indefenso, se contradice radicalmente con la naturaleza de la medicina. Esa vida no le pertenece al médico, por lo que no tiene el derecho a terminarla. La misión del médico es cuidar la vida. Como futuros médicos estamos siendo preparados para luchar por la vida, combatir la enfermedad y sufrimiento humano, y nunca buscar intencionadamente la muerte.

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