Los retos de las políticas públicas en el envejecimiento de la mujer

En las áreas geográficas en desarrollo apenas 51% de las mujeres mayores, a diferencia de 72% de los hombres mayores saben leer y escribir; como la violencia en la mujer es un tema que se ha abordado en forma global sólo en las últimas décadas, se dispone de escasa información, bases de datos e indicadores en este grupo de mujeres.

Martes 7 de marzo de 2017

Los retos de las políticas públicas en el envejecimiento de la mujer
escrito por

Erica Castro, académica U. San Sebastián

El envejecimiento demográfico, no sólo significa que las personas de más edad van representando una parte importante del total de la población, sino también que la vida se prolonga y la fertilidad disminuye. En Chile, 17% de nuestros habitantes es adulta mayor, y se ha proyectado que al 2020 tendremos una de las esperanzas de vida más altas del mundo. 

Las mujeres viven más que los hombres como promedio, de ahí la explicación de por qué superan en número a los hombres casi en todas las áreas geográficas del planeta. Según la Organización de las Naciones Unidas, en 2014 había 85 hombres por cada 100 mujeres en el grupo de personas mayores de 60 años, y 61 hombres por cada 100 mujeres en el de mayores de 80 años. Según el Instituto Nacional de Estadística de Chile, en 2015 había 1,2 millones de hombres adultos mayores y 1,5 millones de mujeres de 60 años o más.  

Sin embargo, si bien esta prolongación de la esperanza de vida representa avances en la salud de un país, el envejecimiento de la población plantea diversos retos para las políticas públicas que merecen una reflexión con una visión de género. 

Según el informe "La Mujer en el Mundo 2015" publicado por la ONU, si bien la vida de las mujeres y niñas de todo el mundo ha mejorado en varias áreas a lo largo de los últimos 20 años, este documento muestra que actualmente las mujeres mayores: son más propensas a enviudar y vivir solas y en la pobreza que los hombres de la misma edad; tienen peor salud que los hombres, sufren más enfermedades, tienen más limitaciones en las actividades domésticas, sufren mayores de problemas de salud mental como el Alzheimer, y son físicamente más débiles que los hombres de la misma edad. 

En las áreas geográficas en desarrollo apenas 51% de las mujeres mayores, a diferencia de 72% de los hombres mayores saben leer y escribir; como la violencia en la mujer es un tema que se ha abordado en forma global sólo en las últimas décadas, se dispone de escasa información, bases de datos e indicadores en este grupo de mujeres; la mujer mayor tiene menos acceso a un plan de jubilación en función de su propia contribución, y cuando la recibe, ésta es significativamente menor; la proporción de mujeres de más de 55 a 64 años que forman parte de la población activa mundial ha aumentado en la mayoría de las regiones, lo que refleja la necesidad de reformas sobre la edad de jubilación y del sistema de pensiones. 

En este contexto y proyectado a nuestra realidad, a mediados del siglo XX, la menopausia en la mujer chilena prácticamente coincidía con la etapa final del curso de la vida, pero hoy ésta acontece en otros escenarios. Por una parte, mujeres empoderadas en la vida laboral, económicamente estables, seguras, felices con su proyecto de vida, muchas de las cuales están experimentado una maternidad tardía, con una vida social activa y por ende, muy lejos de encontrarse o sentirse envejecidas. Por otro lado, existen mujeres que se sienten envejecidas, deprimidas, con mucha sintomatología asociada al climaterio, con alguna enfermedad crónica, insertas en un ambiente económico difícil y con precariedad previsional. 

En efecto, no existe un único determinante en estas diferencias. Es necesario mejorar la igualdad de oportunidades en educación, salud, trabajo  para las mujeres, de modo que puedan satisfacer sus distintas necesidades físicas, psicológicas y sociales. Es un gran desafío para los organismos sanitarios, políticos y legislativos, proveer de estas herramientas que permitan empoderar a las mujeres desde pequeñas a hacerse responsables de llevar estilos de vida saludable en pos de mejorar su calidad de vida en la tercera y cuarta edad. 

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