Salud 2015, un año para olvidar

"Las inversiones en hospitales y consultorios son tal vez lo más evidente de las falencias actuales. El clásico programa 20/20/20 ha fracasado".

Martes 29 de diciembre de 2015

Salud 2015, un año para olvidar
escrito por

Luis Castillo, Decano Facultad de Medicina, Universidad San Sebastián

Frecuentemente aparecen las necesidades de salud como prioridades sociales de la población y está entre los tres aspectos más requeridos por los chilenos en encuestas como Adimark, CEP y Cadem, pero es la peor evaluación ciudadana. Vamos por parte.

Desde el punto de vista legislativo, la productividad ha sido más que pobre. Los proyectos de ley más sustantivos no han entrado a la discusión y, lo que es peor, los reglamentos de leyes aprobadas han tenido retrasos significativos o derechamente se han entrampado. Un ejemplo de ello es la Ley de Fármacos, donde su lenta puesta en marcha, así como su escaso cumplimiento, permitió la emergencia de proyectos populistas. Otro caso es la Ley Ricarte Soto, que ha inducido inicialmente a una gran frustración debido a la poca difusión y ausencia de enfermedades más frecuentes con terapias de alto costo.

Las inversiones en hospitales y consultorios son tal vez lo más evidente de las falencias. El clásico programa 20/20/20 ha fracasado. El número de camas inicialmente comprometido ha bajado a la mitad, ahora se construirán hospitales de baja complejidad en ciudades pequeñas con escasa o nula capacidad de absorber demanda y listas de espera. Más allá de las necesidades comunales, la medida tiene un sustrato económico y político y excepcionalmente sanitario. En tanto, la ejecución de los dineros fiscales destinados a estas inversiones está subejecutado, lo cual junto a las oscilantes decisiones de los mejores mecanismos para su construcción hacen que este sector sea el peor evaluado, al menos entre los gestores públicos. Se desechan asociaciones públicas – privadas con argumentos falaces.

Del punto de vista de la productividad y gestión clínica, la verdad es que hemos entrado en un área de oscuridad total. Carecemos públicamente de la actividad y rendimiento de los hospitales EAR, no tenemos indicadores de sustentabilidad económica y calidad, no hay comparación de eficiencia y eficacia hospitalaria pública comparativa con instrumentos DGR y no tenemos indicadores de calidad públicamente informados. Es decir, la red pública al menos en información por lineamientos centrales está al debe.

De más está profundizar en el déficit operacional del sistema, que ha roto todo record histórico, logrando constituir un déficit de más de $ 350 mil millones. De no ser por los avances en recursos realizados por Dipres, la pobreza paupérrima en insumos y fármacos sería aún más notoria y deficiente.

Se lanza un supuesto programa centralizado de manejo y gestión de pabellones, se piensa en una "empresa" pública distinta para la construcción de hospitales, pero se omite cómo y quién se hará cargo de resolver las listas de espera, se omite dónde y cuándo llegarán los médicos generales y especialistas, se omite por razones ideológicas una potenciación de la complementariedad público privada y se carece de una visión estratégica que permita una estructuración distinta y moderna ministerial.

Del punto de vista de la atención primaria el diagnóstico es mediocre. El 2015 transcurrió sin variaciones en la ejecución del plan de salud y no hay propuestas nuevas ni novedosas para el año 2016. Es este sector donde cualquier propuesta rinde satisfacción usuaria y reducción de carga de enfermedad. Es este sector donde debiese existir constantemente una comisión permanente que revise y mejore el plan de salud, incorpore instrumentos de mejor rendimiento para propósitos de prevención e incentivos a mantener la población sana. Nada de esto está ocurriendo.

En relación al número de cupos para médicos especialistas se plantea el financiamiento para 4000 médicos en cuatro años. Esta meta es íntimamente ligada a las universidades y sus facultades de medicina. Hay claramente un sesgo negativo hacia las universidades privadas no CRUCH, desconociendo la historia médica nacional y regional. Se desconocen los bienes públicos producidos por estas universidades. Hoy un 52% de los médicos egresados en el último quinquenio provienen de las universidades privadas. Carecer de ellas, o desconocer su aporte, sólo conducirá a incrementar las brechas.

Esperamos tener un 2016 más estructurado, con presentaciones más innovadoras y con inclusiones más ciudadanas

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