Una alimentación saludable se logra combinando diferentes alimentos para satisfacer las necesidades nutritivas y así lograr un desarrollo físico e intelectual normal. Para que una persona logre este funcionamiento en su óptimo nivel debe consumir las cantidades adecuadas de alimentos que contengan los nutrientes esenciales para su vida. 

Es importante que sea sostenida, y adaptada a las necesidades nutricionales y fisiológicas de cada individuo. Una alimentación equilibrada debe considerar diferentes aspectos, en primer lugar se debe evaluar a la persona desde el punto de vista antropométrico lo cual incluye peso, estatura, estimación del porcentaje de grasa a través pliegues cutáneos, circunferencia de cintura, entre otros.

 Con estos datos podemos obtener el diagnóstico nutricional (sobrepeso, obesidad, etc.). Luego se evalúa la ingesta alimentaria-nutricional, y para ello existen varios instrumentos como la encuesta recordatorio de 24 horas y la encuesta tendencia consumo cuantificado, con que se pueden evaluar patrones alimentarios, aspectos culturales, costumbres, aporte nutritivo, entre otros. 

Es necesario indagar otros aspectos como intolerancias, alergias, síntomas (meteorismo, malestar estomacal, etc.), si existen enfermedades asociadas, actividad física, estado fisiológico (embarazo, adolescencia, etc.). A partir de esos antecedentes se estiman los requerimientos nutricionales del paciente (kcal, proteínas, hidratos de carbono, agua, etc.)