El sarampión es la enfermedad inmuno-prevenible más importante a nivel mundial y uno se pregunta entonces porque hay brotes de esta enfermedad si existe una vacuna. De inmediato, algunas personas culpan a los procesos migratorios. Sin embargo, “somos los mismos chilenos que nos contagiamos”.

Así lo afirmó la magíster en microbiología de la Universidad de Chile e integrante del Departamento de Laboratorio Biomédico del Instituto de Salud Pública de Chile, Carla Araya, quien participó en una charla de extensión sobre el resurgimiento de esta enfermedad y que fue organizada por la carrera de Tecnología Médica de la U. San Sebastián. 

La experta explicó que “en Chile no hay brotes de sarampión desde el año 2015 cuando se reportaron 9 casos y ninguno era autóctono. A todos nos gusta viajar y es así como se importan los casos a nuestro país, si las personas no están vacunadas contra la enfermedad”.

Además indicó que en países vecinos como Perú implementaron una nueva normativa sanitaria y los viajeros están siendo vacunados contra el Sarampión en el mismo Aeropuerto, salvo que lleven un comprobante de que recibieron las dos dosis correspondientes en Chile.

Carla Araya señaló que no basta con diagnosticar a un paciente con sarampión sino que “es necesario “genotipificar” la cepa del virus para saber de cuál se trata y cómo se ha distribuido a nivel mundial, pensando en si es un caso autóctono o importado”.

Asimismo, sostuvo que no hay que olvidar que el sarampión es un virus respiratorio y se propaga como tal, pese a la aparición de los clásicos exantemas en la piel (erupciones de color rojizo).

Araya precisó que “a diferencia de la Rubeola, el sarampión presenta síntomas más intensos. El eritema en la piel es casi el mismo, pero con esta enfermedad la fiebre se manifiesta el día uno y se extiende por diez días. Además hay decaimiento, malestar general, conjuntivitis, síntomas de resfrío común y tos”.

Después de 15 días recién disminuye la viremia (invasión inicial del virus) y el compromiso respiratorio en los pacientes. 

Araya también puso el acento en la prevención con el proceso de inmunización respectiva unos 14 a 15 días antes de viajar fuera del país y en la necesidad de verificar el refuerzo de la vacuna, para las personas nacidas, entre 1971 y 1981, quienes no recibieron esta segunda dosis y podrían contraer sarampión. 

Por su parte, la doctora en Ciencias, microbióloga y académica de la carrera de Tecnología Médica, Alicia Marcoleta, comentó la importancia de informar y orientar a la población en esta materia, pensando en lo que ella definió como una mala moda de dejar de vacunarse contra enfermedades que se creían erradicadas.