Médicos extranjeros y Eunacom

Ante la medida tomada por la Superintendencia de Salud, el director de IPSUSS plantea que "la solución debería pasar por separar las funciones del Eunacom: de evaluación de la calidad que razonablemente requieren las Facultades de Medicina, de la función de habilitación para el ejercicio profesional, que debe ser definida por el Ministerio de Salud y no sólo para el sector público, sino también al privado".

Martes 7 de noviembre de 2017

Médicos extranjeros y Eunacom
escrito por

Manuel José Irarrázaval, director de IPSUSS

La agrupación de médicos extranjeros denunció el despido masivo de profesionales en centros privados como consecuencia de un cambio en la normativa por parte de la Superintendencia de Salud. Esto plantea dos preguntas: ¿se estaba autorizando ilegalmente el ejercicio de la profesión a estos médicos? o ¿la autoridad cambió su criterio de interpretación de la Ley?

Esto refleja que falta decisión para resolver un problema que se arrastra desde hace años. El Eunacom fue diseñado por las Facultades de Medicina para autoevaluar la calidad de la formación que otorgaban a sus egresados. Posteriormente, por decisión parlamentaria, se la agrega otra función: habilitar para el ejercicio de la profesión médica en el sector público.

El problema surge cuando algunos profesionales formados en el extranjero reprueban el examen. En circunstancia que una proporción importante se desempeñan en la Atención Primaria y al no ser habilitados para ejercer su profesión, se desencadena una compleja situación para los servicios afectados.

Surgen entonces presiones para “modificar” el Eunacom e incluso suprimirlo. Cuando la solución pasa por separar las funciones de evaluación de la calidad que requieren las Facultades de Medicina, de la función de habilitación para el ejercicio profesional, que debe ser definida por el Ministerio de Salud, no sólo  para el sector público, sino también para el privado.

Adicionalmente, se podría establecer “habilitaciones sectoriales”, dado que los requerimientos para ejercer en los ámbitos de la profesión son muy heterogéneos.

En esta tarea inevitablemente debe primar el criterio de velar por la calidad profesional de los médicos, sean ellos chilenos o extranjeros, y para este efecto, haría bien en pedir ayuda a expertos en evaluación de competencias para el ejercicio de la profesión. 

En la circunstancia actual, parece poco razonable cambiar precipitadamente el criterio que había regido a la Superintendencia, dado que no hay evidencias de daños para la población, y no parece justo afectar abruptamente un grupo valioso de profesionales y los pacientes a quienes atienden.

 

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