Muchos niños se encuentran casi a mitad de sus vacaciones escolares, a la espera que los padres salgan también a su período de descanso para compartir de un período de esparcimiento y relajo.

Sin embargo, este período de ausencia de la rutina y los horarios puede no ser un buen aliado para los más pequeños. En vacaciones, si bien el ambiente es más relajado, es recomendable mantener las rutinas de los niños y adolescentes, ya que si se cambian del todo puede ser contraproducente para el inicio de las clases.

No obstante, el establecer ciertas rutinas no tiene que ver con las mismas actividades que se realizan en el año, sino que hacer lo posible por mantener horas de descanso, horarios de comidas y cambiar los hábitos escolares (tareas, trabajos u otras obligaciones) por la colaboración en las actividades domésticas, tales como hacer la cama, poner la mesa u otras que demande el día a día.

Se trata sencillamente, de que el niño o adolescente no tenga la sensación de “estar desocupado” todo el día y, en ese sentido, el consejo es no cambiar la estructura sino más bien el contenido. “Del mismo modo, es importante fomentar otro tipo de acciones como la realización de deportes, el contacto con la naturaleza, que si bien no son parte de la rutina habitual, permiten potenciar el desarrollo físico y también cognitivo que es demandado también por la escuela y la universidad”, agrega.    

Es importante que siempre haya reglas, si el niño o adolescente tiene la necesidad de salir a realizar actividades, se debe establecer un horario límite para que, por ejemplo, llegue a la casa. Aunque en vacaciones haya mayor flexibilidad en este punto, siempre hay que establecer parámetros, los cuales en época estival se pueden negociar conjuntamente.