¿Cómo se gestiona el riesgo y la seguridad del turismo aventura en Chile?

Si bien existen planes de seguridad, faltan disposiciones específicas respecto a la formación de guías y normas técnicas para algunas actividades como el canopy, donde han ocurrido accidentes por problemas en materia de diseño o implementación.

Miércoles 23 de mayo de 2018

¿Cómo se gestiona el riesgo y la seguridad del turismo aventura en Chile?
escrito por

Darío Arancibia, académico ingeniería en expediciones y ecoturismo, Universidad San Sebastián

El tema de la seguridad y la gestión de riesgo en el turismo aventura, no es solo una preocupación de nuestro país. Incluso en naciones con más experiencia en el tema se han producido tragedias, que han generado una revisión de las normas e intervenciones en contra de los operadores informales de turismo.

Eso ocurrió recientemente en el Cusco, Perú, donde se detectó el ofrecimiento de servicios de turismo aventura sin contar con licencia y certificaciones técnicas. El operativo se realizó tras la muerte de una turista y un asistente de guía, quienes cayeron al vacío debido al corte del cable de acero que los sostenía cuando practicaban canopy.

Algunas actividades como el montañismo, tienen un prestigio y una adecuada certificación y validación internacional y de manera local, a través del esfuerzo de la Asociación Chilena de Guías e Instructores de Montaña y Escalada. Lo mismo sucede con otras actividades del rubro del turismo aventura, pero no existe un eje integrador de todas ellas en lo que se refiere a la certificación de los operadores del área.

Lo que se requiere es un filtro y sistema previo que permita certificar a quienes promueven y realizan actividades al aire libre o outdoor, como ocurre en otros países donde tienes tu licencia para trabajar.

Normativas y certificaciones

Además, en Chile no hay una ley respecto al recurso humano en el turismo aventura. Lo único que existe es un registro del Servicio Nacional de Turismo, Sernatur, donde se pueden encontrar datos sobre guías de montaña, escalada, rafting u otras actividades, pero ese registro se elaboró en base a criterios administrativos y no de certificación de las competencias profesionales.

En países como Argentina, “cualquier operador turístico desde un chofer en adelante, tiene que ser técnico en turismo, mientras que en Chile no hay una reglamentación de este tipo, pero sí existen normas operacionales en agencias que incluyen planes de seguridad. Sin embargo, en ellos no se abordan temas como formación, capacidades técnicas y certificación de los guías.

El tema de la certificación se debería gestionar a través del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, el Mineduc en lo que se refiere a la formación de los profesionales y técnicos del área y la Onemique depende del Ministerio del Interior, para la validación en términos de los rescatistas. Lo importante es que se genere un programa en conjunto para el turismo aventura y sus distintas actividades.

En materia de hospitalidad, la industria del turismo no ha tomado muy en cuenta la información de seguridad a los visitantes, y cita como ejemplo lo que le sucedió en Chamonix, Francia, donde “el turista tiene un acceso fácil a datos como rutas y condiciones meteorológicas y te dan una charla de media hora en tu idioma sobre cuáles son los riesgos de las tormentas de rayos en la montaña y cómo reaccionar frente a esta situación.

Esto es un desafío para nosotros como país, “porque no tenemos centros de información de actividades al aire libre con el nivel de detalle que se requiere en materia de gestión de riesgos y seguridad.

Norma técnica

Cuando ocurren accidentes como los sucedidos con el canopy, nos damos cuenta de que no existe norma técnica de esta actividad y solo hay planes de emergencia que no entregan datos sobre análisis de riesgos previos o cómo se construyó y diseñó la estructura, el trazado y los materiales de seguridad para su práctica. Existe una norma de operación, pero no una norma de construcción.

El primer paso es definir un formato sobre los derechos del turista y luego, ver cómo se exige que la persona que ofrece la práctica de actividades al aire libre tenga las certificaciones técnicas y profesionales necesarias.

Finalmente, cualquier sistema que se pueda implementar, debe adaptarse a la idiosincrasia local, “porque la única forma que tiene para validarse, es que la comunidad entienda cómo funciona. No se puede implantar un modelo de gestión de riesgo y seguridad en turismo aventura si las personas no son partícipes, y por eso es que hay que comprometer al turista, a quienes trabajan como operadores turísticos, a los profesionales y a las  autoridades y la propia industria. 

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