Campañas antitabaco con crudos testimonios tienen mayor efectividad

En Estados Unidos se exhibieron 7 avisos publicitarios con testimonios de ex fumadores que relatan como el cigarrillo les cambió sus vidas. Algunos de ellos fallecieron, mientras que otros sobreviven pero con imborrables secuelas.

Viernes 20 de febrero de 2015

Campañas antitabaco con crudos testimonios tienen mayor efectividad

Las campañas publicitarias antitabaco que representan gráficamente los daños a la salud del consumo de tabaco tienen un mayor efecto disuasivo, según lo demuestran los actuales avisos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que muestra historias reales de personas que relatan como el cigarrillo les cambio dramáticamente su vida.

Se trata de siete testimonios de ex fumadores, que comenzaron a muy temprana edad, sin imaginar  o dimensionar que el tabaco podría hacerles daño. Una de esas historias es la de Terrie, de Carolina del Norte, en Estados Unidos, quien empezó a fumar en la secundaria. A los 40 años, le diagnosticaron cáncer bucal y de garganta, por lo cual debieron extirparle la laringe. La mujer luchó contra el cáncer hasta que murió a los 53 años en 2013. Antes de fallecer ella decidió compartir su experiencia a través de un testimonio donde entrega un poderoso mensaje que fue grabado días antes de que muriera. Terrie quería ayudar a motivar a los fumadores para que dejaran de fumar y pudieran evitar el dolor y el sufrimiento por los que ella pasó.

Los sobrevivientes

Felicita comenzó a fumar a los 12 años. Cuando llegó a la adultez desarrolló una enfermedad llamada gingivitis que provocaba sangramiento de las encías y debilitamiento de los dientes. La mujer no advirtió que el tabaquismo empeoraba esa condición. Y como muchas personas que padecen esta enfermedad no se dio cuenta hasta que el problema ya era irreversible. A los 50 años, la mujer fue al dentista para que le sacaran un diente y terminó perdiendo toda su dentadura. En la actualidad, Felicita ya no fuma, pero tampoco sonríe porque se avergüenza de tener una dentadura postiza. 

Brett , al igual que en el caso anterior, comenzó a fumar a muy temprana edad. Lo hizo para impresionar a una niña del cual estaba enamorado, para verse más grande. Cuando tenía alrededor de 35, le dio la misma enfermedad que a Felicita y para cuando cumplió los 42, ya le habían tenido que sacar casi todos los dientes, incluidos 16 en una sola operación. Después de varios intentos, Brett finalmente logró dejar de fumar. Ahora sabe que no puede ni siquiera dar una pitada porque podría recaer. 

Amanda comenzó a fumar cuando estaba en quinto grado. Al principio lo hacía en forma esporádica, pero cuando cumplió 13 años ya lo hacía todos los días, incluso afuera durante los crudos inviernos de Wisconsin. Mientras estaba en la universidad, recién comprometida para casarse —y todavía fumando una cajetilla diaria—, Amanda se enteró de que estaba embarazada. Pese a las recomendaciones, no dejó el cigarrillo y su hija nació 2 meses prematura. La diminuta bebé pasó semanas en una incubadora del hospital.

Rose creció en una pequeña localidad de Texas y comenzó a fumar a los 13 años. Después de un tiempo, tenía una adicción de dos cajetillas al día y casi perdió un pie debido a la obstrucción de los vasos sanguíneos. Antes de que a Rose pudieran operarle la pierna, una radiografía mostró que tenía cáncer de pulmón, que luego se extendió al cerebro. Después de dos operaciones, Rose se mantiene en estrecho contacto con sus oncólogos. "Me arrepiento de haber empezado a fumar", dice.

Shawn vive en el estado de Washington y empezó a fumar a los 14 años para tratar de ser aceptado por los otros estudiantes en una nueva escuela. Tenía alrededor de 45 años cuando una tos crónica y una laringitis terminaron siendo cáncer de garganta. Soportó 38 tratamientos de radiación y finalmente dejó de fumar, pero los médicos no pudieron salvarle la laringe. Ahora tiene un estoma (orificio) que le permite respirar y un implante laríngeo que le permite hablar.

Brian era portador del VIH. Tenía su enfermedad bajo control cuando su vida cambió drásticamente. Fumar cigarrillos, combinado con el virus de inmunodeficiencia humana hizo que se le obstruyeran algunos vasos sanguíneos. A los 43 años, desarrolló un coágulo sanguíneo en los pulmones, un accidente cerebrovascular, por lo que debieron hacerle una operación en una arteria del cuello. "Tuve que tener un accidente cerebrovascular para que dejara de fumar", relata. Tras el accidente no recuperó su movilidad. Tuvo problemas para hablar y leer. No podía trabajar y ni siquiera vestirse. Si bien hoy su condición ha mejorado, su mano derecha todavía está débil por lo que ya no puede trabajar como mesero ni dar clases de cerámica.

Impacto de los avisos

El método duro funciona. Según estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el CDC realizado en 9 países, dentro de ellos Australia, Gran Bretaña y México, además de 9 estados de Estados Unidos, la prevalecencia del tabaquismo bajó en forma sustancial en los últimos años a partir de las publicidades antitabaco.

En California, por ejemplo, después de 13 años de la exhibición de avisos por televisión, la prevalencia descendió más del 40 por ciento y en Massachussets, tras 9 años de campaña, cerca del 35%.

Los avisos que provocan miedo o asco son los que tienen una mayor efectividad.

 

 

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