Día Mundial Sin Tabaco: Las sustancias tóxicas que contiene el cigarrillo

El humo de un cigarro contiene más de cuatro mil sustancias químicas que pueden ocasionar diversos daños a la salud y al medio ambiente.

Martes 29 de mayo de 2018

Día Mundial Sin Tabaco: Las sustancias tóxicas que contiene el cigarrillo
escrito por Álvaro Mociño

Nicotina, alquitrán y monóxido de carbono, son las principales sustancias que se asocian al humo del cigarrillo, pero son sólo algunas, este producto puede contener entre 4.000 y 7.000 componentes tóxicos en sus residuos, muchos de ellos cancerígenos para el ser humano, como amoníaco, arsénico y metanol, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Álvaro Álvarez, académico de la carrera de Bioquímica de la U. San Sebastián, asegura que el cigarrillo y sus componentes tienen diversos efectos nocivos, desde el punto de vista metabólico, a nivel cerebral y patológico, por la generación de distintos tipos de cáncer y otras enfermedades graves.

El académico explica que “cuando se produce la combustión del cigarrillo, en el humo tenemos más de 4 mil sustancias químicas diferentes y la mayoría de ellas con alta actividad tóxica. El principal elemento activo derivado del tabaco es la nicotina. Esta sustancia, que se encuentra en un estado gaseoso a través del humo, rápidamente entra al cuerpo por las vías pulmonares, llega a la sangre y en cuestión de segundos está en el cerebro”.

El docente agrega que el tabaco “tiene efectos a nivel cerebral, respiratorio y gastrointestinal, pero se manifiesta principalmente a través de la nicotina y su derivado tóxico, la cotinina, aumentando la presión sanguínea y además tiene actividad hiperglicemiante. Esto significa que aumenta la glucosa en la sangre y el metabolismo del cuerpo”.

A nivel cerebral, el especialista precisa que “la nicotina produce la estimulación de los receptores nicotínicos, lo que finalmente se traduce en la activación del centro de recompensa. Es decir, activa neuronas que liberan dopamina, sustancia que produce esta recompensa o placer y que las personas asocian al agrado y supuesto relajo al fumar, generando dependencia física y psicológica, lo que se transforma con el tiempo en una adicción”.

En cuanto a los riesgos asociados al fumar, Álvarez indica que los elementos presentes en el humo del cigarrillo “provocan un aumento del estrés oxidativo y de eventos inflamatorios por dónde pasan, especialmente a nivel pulmonar y circulatorio. Esto significa, que van provocando daños en los tejidos y crece el riesgo de tener algún tipo de cáncer”.

Asimismo, explica que “dentro de las tantas partículas que tiene el tabaco hay algunas que son radioactivas, como “el polonio 210 y que junto al cadmio y berilio además son mutagénicos y carcinogénicos”.

El académico además advierte que “en los fumadores activos, la primera aspirada puede ser superficial y quedar a nivel de la boca, pero las más profundas llegan a los pulmones y hacen más daño”.

Daño a quien no fuma

El académico señala que el humo del cigarrillo no sólo afecta a quien fuma, sino a las personas que están alrededor y respiran el humo del cigarrillo. Hay “unas partículas mucho más pequeñas y que se mueven más rápido. Estas son las que le llegan al denominado fumador pasivo, causándole daño y exponiéndolo a las mismas enfermedades graves que quien está fumando cerca”.

En el caso de una mujer embarazada al estar expuesta al humo del cigarrillo o por el hecho de fumar, el riesgo que puede presentar es “placenta previa o parto prematuro, mientras que para el feto, el exceso de nicotina y monóxido de carbono afectará el desarrollo de su cerebro y puede generar una hipoxia intrauterina, lo que podría implicar mal nutrición fetal, problemas de desarrollo, bajo peso al nacer y aumento del síndrome de muerte súbita y daño cognitivo a largo plazo”.

Dejar de fumar

Respecto a quienes se deciden a dejar de fumar, el docente indica que es un proceso complejo, porque se trata de revertir modificaciones que se han producido a nivel cerebral y que son las que definen la adicción tabaco.

Álvarez sostiene que “la persona deja de sentir placer por el acto de fumar y empieza a experimentar esa misma sensación por saber que va a fumar. Eso va a creando que el sistema de recompensa se active permanentemente, independiente de que ocurra o no la acción física de fumarse un cigarrillo. Ya no es sólo un ausento físico de dependencia, sino que son cambios de conducta y de patrones en las funciones neuronales”.

Finalmente, el Dr. Alvarez señala que es posible dejar de fumar, pero requiere compromiso y cambios radicales en el fumador activo y su entorno familiar y social, que permitirán detener el daño progresivo provocado por el consumo de cigarro, ya que en la mayoría de los casos, ese daño ya no se puede revertir.

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