Cannabis: Aprender de los errores ajenos

La evidencia es categórica: no se demuestran beneficios terapéuticos y si se registran efectos deletéreos, especialmente en el desarrollo intelectual cuando se inicia en la etapa de maduración del cerebro. Adicionalmente, aparecen alarmantes datos respecto a la depresión y suicidio entre estudiantes.

Miércoles 15 de mayo de 2019

Cannabis: Aprender de los errores ajenos
escrito por

Manuel José Irarrázaval, director de IPSUSS

Mientras en el país se debate sobre el uso recreacional y medicinal de la cannabis, en el mundo, investigadores de distintos países generan evidencia sobre el daño que produce no sólo su ingesta, sino decisiones políticas que no consideran los antecedentes científicos cuando están disponibles.

La evidencia es categórica: no se demuestran beneficios terapéuticos y si se registran efectos deletéreos (www.epistemonikos.org), especialmente en el desarrollo intelectual cuando se inicia en la etapa de maduración del cerebro. Adicionalmente, aparecen alarmantes datos respecto a la depresión y suicidio entre estudiantes.

Cabe preguntarse, ¿cuál es el efecto real de la implementación de este tipo de medidas?, como las que promueven algunos parlamentarios que patrocinan el proyecto de ley que actualmente se encuentra en discusión en el Senado.

En Estados Unidos ya tenemos una demostración experimental de sus consecuencias. En 2012, los Estados de Colorado y Washington legalizaron el uso y comercialización de marihuana. Al respecto, hay múltiples publicaciones, una de las más serias (www.learnaboutsam.org) revela que entre 2012 y 2017 los efectos deletéreos documentados son los siguientes:

  • El uso de marihuana en ambos Estados sube a 19% y 12%, respectivamente, mientras el resto del país se mantiene en 5,6%. Lo preocupante es que en adolescentes la prevalencia crece a 9%, mientras en el resto del país baja 2%.
  • Las denuncias por tráfico ilegal de drogas, aumentan de 2,7% a 7,5%. En la práctica se ha transformado en un espléndido negocio para los narcotraficantes que las “exportan” a otros Estados.
  • Los problemas laborales como: disciplinarios, accidentes de trabajo, y ausentismo, se duplican pasando de 7,4% a 15%. Este efecto es significativamente más marcado en los grupos sociales más vulnerables.
  • Los accidentes de tránsito con consecuencias fatales, de conductores bajo el uso de drogas aumenta de 12% a 22%.
  • Los ingresos a los servicios de urgencia producto de intoxicaciones y hospitalizaciones se incrementan en alrededor del 70%, desde que se implementó la legalización.
  • Las muertes anuales por opioides se quintuplican, pasando de 110 a 536 el 2017. Es decir, fallecen más personas por intoxicación por drogas que por accidentes de tránsito.
  • Los suicidios con consumo de droga confirmada se incrementan de 3,3% a 6,7% y entre adolescente la escala aumenta de 13,6% a 19,2%.
  • Las denuncias por violencia en el ámbito escolar y delitos en general (como prostitución, robos y extorsión) también suben significativamente. Aquellos en los que hay daño a la infraestructura, aumentan desde 17% a 23%.

Todo esto no sólo es consecuencia de los efectos farmacológicos de estas drogas, sino que está muy determinado por la mayor disponibilidad de ellas al legalizarse: consecuencia de subestimar su poder de daño.

Cabe preguntarse entonces: ¿nuestros “líderes de opinión”, parlamentarios, piensan que los chilenos tendremos mecanismos defensivos mejores que los norteamericanos? ¿Estos efectos perniciosos justifican legalizarlas ó, son reacios a aprender de esta desgracia ajena?

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