Investigadores desarrollarán un nuevo fertilizante a base de bacterias para el manejo del tizón de la papa

La académica docente de la Facultad de Medicina de la U. San Sebastián, Dra. Erica Castro, es la directora principal de la investigación -que se hará en conjunto con la U. de Concepción- que busca erradicar uno de los principales hongos que se alberga en la papa.

Viernes 17 de noviembre de 2017

Investigadores desarrollarán un nuevo fertilizante a base de bacterias para el manejo del tizón de la papa
escrito por Oscar Galaz

Los chilenos comemos 53 kilos de papas al año per cápita. Actualmente un 7% a 10% del área de plantación agrícola en Chile está destinada al cultivo de este tubérculo, producción que está localizada principalmente en el sur del país, en zonas de rezago.

Uno de los problemas que amenaza este tipo de plantaciones es el tizón tardío, una enfermedad provocada por un hongo que afecta la planta, hoja y el tubérculo mismo, y que puede producir un 60% a 70% de la pérdida de una plantación al año, afectando la competitividad de los productores agrícolas.

Es una de las enfermedades más serias en el cultivo de la papa en el mundo y que origina pérdidas económicas avaluadas en US$2,75 mil millones anuales. Una manera de controlar este tipo de plagas es el uso de una gran diversidad de productos químicos, llamados fungicidas, mayor a la que se aplica en otros cultivos.

A partir de este problema en la agricultura, un grupo de investigadores de las universidades San Sebastián (USS) y de Concepción impulsan una investigación para desarrollar un biocontrolador probiótico para el manejo del tizón tardío de la papa, que sea amigable con el medioambiente. El proyecto se adjudicó $200 millones del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef), en su primer concurso IDeA en dos etapas en la línea inocuidad y calidad alimentaria.

La iniciativa es liderada por la académica de la Facultad de Medicina de la USS, Dra. Erica Castro, como directora principal del proyecto y el fitopatólogo de la U. de Concepción, Ernesto Moya como director alterno. Tras ellos hay un equipo de ambas instituciones que involucra a doctores jóvenes, ingenieros de bioprocesos y tecnología, microbiólogos, técnicos agrícola, tesistas de pre y posgrado y personal de apoyo de laboratorio y de gestión. 

El estudio se desarrollará en la región del Biobío por dos años, con el apoyo de la empresa Easy, Programa de Desarrollo Locales de INDAP de Arauco e Isla Mocha y dos sociedades de paperos de esta zona. Durante los 24 meses de investigación se espera desarrollar un prototipo de fertilizante, como spray u otra presentación para aplicarlo a la planta y evitar que sea amenazado por el hongo que produce el tizón. 

 “Hace bastante tiempo viene desarrollando una línea de sobre las bacterias lácticas, ampliamente distribuidas en la naturaleza, las cuales tienen propiedades de estabilidad y beneficios en las plantaciones, capaces de regular sitios altamente colonizados con microrganismos. A partir de esto y en base a que las plantas tienen un grupo de microorganismos que rodea su raíz y parte del suelo, se pueden buscar estos microrganismos para generar nuevas iniciativas tecnológicas -como lo que persigue este proyecto- e identificar aquellas cepas con mejores propiedades para tecnológicamente elaborar un producto amigable, que pueda ser aplicable en las plantaciones”, explicó Erica Castro.

La docente USS agregó que el poder desarrollar y concluir de buena manera esta investigación ayudará a una alimentación más sana. “En la administración de fungicidas no hay un control de cómo se hace y sus efectos. Existe la percepción de que lo estamos ocupando demasiado en este tubérculo. De hecho hay demostración científica que dice que cuando se analiza el tubérculo, muchos de esos genes de los fungicidas transmiten resistencia, y esta resistencia se transmite a la cadena atrófica, al medio ambiente y salud humana. Y en esto hay que recordar que estamos hoy en día con una alerta sanitaria mundial de resistencia a los antibióticos y otros agentes terapéuticos, por lo que la tendencia es generar una agricultura un poco más amigable con menos tóxicos, sin restricciones y el mundo va a eso”

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