El 26 de junio se cumple el plazo para que las empresas implementen el descriptor negro de alto en calorías, azúcar, sodio o grasas saturadas en los envases, según sea el producto, y en algunos casos un alimento quizá deberá tener más de un descriptor.

Ya están apareciendo algunos alimentos procesados con estos descriptores, lo que es un esfuerzo de la industria por adaptarse a la nueva normativa, pero además hay un esfuerzo por lograr entrar en los rangos permitidos, buscando alternativas para sustituir ingredientes como azúcar, sodio o grasas saturadas.

Sin embargo, no es tan fácil, ya que se tiene que lograr una fórmula con otros ingredientes y el nuevo alimento debe tener las mismas características de sabor, color o textura que el original.

El nuevo etiquetado es parte de un paquete de medidas para lograr disminuir y/o controlar las enfermedades crónicas asociadas a la nutrición que afectan a nuestra población y que repercuten, por ejemplo, en el rendimiento académico.

Diversos estudios muestran que escolares con obesidad y que no hacen actividad física, presentan un rendimiento académico menor que quienes presentan peso normal y son activos.

Por otra parte, la obesidad, como las enfermedades crónicas, aumenta los costos en salud, lo cual afecta directamente a la economía, ya que significa licencias médicas, mayor gasto en salud, jubilación anticipada y pensiones, entre otros.

No sacamos nada con tener muchos profesionales altamente capacitados, si se enferman o jubilan por enfermedad; por lo tanto, no solo los cambios de lograr controlar este flagelo dependen de la industria alimentaria o del Ministerio de Salud, sino que es tarea de la sociedad en su conjunto.