Los niños no pierden el tiempo cuando juegan

Al iniciar las actividades escolares, es probable que cada día nuestros niños tengan su horario lleno de tareas o contenidos para estudiar después del colegio, lo que les deja muy poco tiempo para divertirse y disfrutar. Esto provoca que, al estar gran parte del día cumpliendo obligaciones académicas, sean cada vez más pasivos, menos expresivos, menos creativos y más individualistas.

Martes 12 de abril de 2016

Los niños no pierden el tiempo cuando juegan
escrito por

Pablo Luna, Académico de Pedagogía en Educación Física, Universidad San Sebastián

Al iniciar las actividades escolares, es probable que cada día nuestros niños tengan su horario lleno de tareas o contenidos para estudiar después del colegio, lo que les deja muy poco tiempo para divertirse y disfrutar. Esto provoca que, al estar gran parte del día cumpliendo obligaciones académicas, sean cada vez más pasivos, menos expresivos, menos creativos y más individualistas.

Por el contrario en países como Finlandia, los colegios tienen restricciones al envío de tareas o trabajos al hogar, algo que en nuestro país aún es una tendencia incipiente. La idea es dejar un tiempo prudente para que los escolares puedan explorar otras actividades propias de su edad, tan simples pero importantes como jugar. Estas actividades lúdicas permiten el desarrollo integral del ser humano, por medio de experiencias no estructuradas, libres y placenteras.

Así, vale la pena recordar que el juego libre es aquel en que los propios niños deciden qué hacer, cómo, cuándo y dónde, fomentando la creatividad y el crecimiento mental, porque provee de oportunidades para ensayar nuevas ideas y probar nuevas formas de hacer, de pensar, de solucionar problemas y de resolver conflictos, lo que favorece el desarrollo de habilidades altamente demandadas en la sociedad actual.

En los primeros años de vida, este tipo de juego permite a los niños relacionarse directamente con el mundo y los objetos, desarrollando su lenguaje, motricidad y percepción. En los primeros años de escolaridad, permite aumentar su vocabulario, habilidades de expresión y habilidades motrices básicas, por medio de imaginar situaciones y roles propios de su vida cotidiana e incluso adulta, por lo que se debe permitir el acceso a jugar con objetos de la vida práctica, o al aire libre, con arena o agua, incluso en los juegos de la plaza. También con juguetes simples, que se puedan usar de diversas maneras como una pelota o una cuerda. Igualmente es aconsejable disfrazarse, pintar, hacer un rompecabezas o el memorice.

Otro importante beneficio es que permite a los padres contar con espacios para jugar en familia lo que, junto con mejorar la comunicación entre sus miembros, permite a los adultos conocer las habilidades, fortalezas y preocupaciones de los más pequeños, facilitando monitorear el desarrollo de sus hijos.

Finalmente, recuerde que si los adultos necesitamos, luego de la jornada laboral, tiempo libre para estar en familia y con amigos, los niños, tras la jornada escolar, necesitarán lo mismo y más. Este espacio de juego resulta esencial para equilibrar la balanza entre actividades de distinta naturaleza y para lograr un óptimo desarrollo personal. No es "una pérdida de tiempo" como hemos creído por mucho tiempo.

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