Violencia en América

Hace poco se destacó en El Mercurio el triste record de América Latina como la Región más violenta del mundo. En Centroamérica el nivel de violencia es enorme y lo ha sido por tanto tiempo que ya no sorprende a nadie, como si la vida en condiciones de violencia fuera la normalidad.

Martes 3 de febrero de 2015

Violencia en América
escrito por

Dra. María Inés Romero, Sub directora de IPSUSS, Universidad San Sebastián

En los países centroamericanos, a nadie parece llamarle la atención la cantidad de guardias de seguridad que rodean casas y barrios, especialmente los de mejor nivel socioeconómico. A un afuerino, sin embargo, produce enorme impacto el número de guardias y, sobre todo la edad de estas personas, la mayoría muy jóvenes y el gran calibre de las armas que portan y que, por su entrenamiento. van a usar sin vacilación venido el caso.

Utilizando como expresión de violencia la mortalidad por homicidios, la situación de Honduras es dramática: en el año 2010 se produjeron 6.239 (el doble que en el 2006 cuando eran 3.118), alcanzando una tasa de 78 muertes por homicidio por 100.000 habitantes.

En El Salvador al año 2008 la tasa alcanzaba a 54 por 100.000, con una tendencia al incremento entre 2001 y 2009, de 70 a 131 por 100.000 en hombres y de 6,5 a 17,5 en mujeres.

En ambos países se trata de un problema que se presenta con mayor frecuencia en zonas urbanas, en hombres jóvenes y utilizando armas de fuego.

Chile aparece como el país de más bajo riesgo de homicidio en la Región. En efecto, la tasa para el año 2010 es de 4,5 por 100.000 habitantes, 7,9 en hombres y 1,3 en mujeres (6,3 veces mayor riesgo en hombres). Las tasas, comparativamente bajas, son ciertamente una buena noticia, lo que no lo es que estas tasas están aumentando. La tasa de mortalidad por homicidio utilizando armas de fuego e instrumentos corto punzantes ha crecido entre 1982 y 2008 de 24 a 63 por 100.000 en varones (162% de incremento) y de 2,4 a 6,9 (187%) en mujeres.

Lo anterior debe llamarnos a la acción. Que no nos suceda que interpretemos el incremento del riesgo sólo como un hecho a describir por los expertos. La violencia social y su expresión en muertes por homicidios es un problema de salud pública y como tal no es una situación que ocurra por azar. Existen determinantes, factores, que contribuyen a que un grupo poblacional tenga mayor riesgo de ser parte de una situación de violencia.

Debemos asumir, la sociedad en su conjunto y cada uno en su entorno, que este es un problema que hay que enfrentar desde todas las dimensiones que abarca y coordinar e integrar acciones complementarias con gran énfasis en la prevención actuando sobre el conocimiento de sus determinantes desde la infancia. Se deben reforzar los sistemas de vigilancia activa y de atención médica y psicosocial de las víctimas. El incremento de la mortalidad por homicidio en las mujeres obliga a fortalecer capacidades para prevenir la violencia de género.

Se requiere un compromiso de todos los sectores de la sociedad ahora. La cotidianeidad de las noticias no nos puede llevar a considerar que ello es la normalidad.

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