No harás que tus pacientes se empobrezcan

Hoy se celebra el Día Internacional del Médico. Una oportunidad justa para recordar y honrar a tantos que en la historia de nuestro país se han jugado por generar las condiciones para mayor equidad, bienestar, alivio del sufrimiento y prevención de la enfermedad.

Viernes 3 de julio de 2015

No harás que tus pacientes se empobrezcan
escrito por

Jaime Mañalich, director Instituto de Políticas Públicas en Salud U. San Sebastián

Hoy se celebra el Día Internacional del Médico. Una oportunidad justa para recordar y honrar a tantos que en la historia de nuestro país se han jugado por generar las condiciones para mayor equidad, bienestar, alivio del sufrimiento y prevención de la enfermedad.

Al igual que otros profesionales de la salud, los médicos profesan un juramento. Los distingue este acto, que tiene como objetivo central el comprometerse a "no hacer daño". ¿Por qué? Esta profesión otorga poder. Capacidad para hacer declaraciones que cambian el curso de la vida de otros.

Ejemplos: Ud. tiene un cáncer, Ud. está sano, el pronóstico de esta condición es que Ud. vivirá un año como máximo. Adicionalmente, el profesional médico puede sugerir, normalmente con éxito, tratamientos con medicamentos, fármacos con muchos efectos adversos, cirugías de diferente riesgo.

Este mandato de "no hacer daño" va más allá del marco legal. Es una actitud de vida. Por ello, el rol médico no puede estar cruzado por ningún interés que no sea el del propio paciente, para el cual actúa como representante.

En la Medicina moderna, este cruce de intereses se ha hecho más presente, por la influencia de la industria vinculada al cuidado médico, que aspira a que los profesionales se transformen en ocasiones en verdaderos promotores o agentes de venta de sus productos.

Un área de especial relevancia respecto al bienestar incluso financiero de los hogares, es que el médico no debería promover gastos superfluos, usando medicamentos para los que existen alternativas seguras y más económicas. Esto se traduce simplemente en la obligación de prescribir los tratamientos por sus nombres genéricos y permitir la intercambiabilidad cuando haya bioequivalencia certificada. Recordando que cualquiera sea el estrato económico al cual pertenece el enfermo, el gasto de bolsillo es muy elevado en Chile, al mandato hipocrático debería tal vez agregarse: "harás lo posible por no empobrecer a tus pacientes".

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