Información incorrecta sobre empleabilidad

Al terminar un nuevo proceso de admisión a las universidades, es conveniente analizar los criterios que orientan la inscripción de los estudiantes en las distintas carreras y universidades. Un tema que resalta es la consideración que se da en forma creciente a la llamada “empleabilidad”, presentada como el nivel de ingresos que obtienen los profesionales en cada carrera y el tiempo que demoran en trabajar.

Jueves 29 de enero de 2015

Información incorrecta sobre empleabilidad
escrito por

Hugo Lavados, rector de la U. San Sebastián.

El cálculo de la tasa de retorno generalmente considera los costos que pagan el estudiante y su familia para educarse, versus los ingresos futuros que obtendría. Este cálculo tiene que ser refinado, porque los gastos en que incurren gran parte de los estudiantes no son los aranceles cobrados, debido al crecimiento muy significativo de las becas tanto privadas, como de las propias instituciones y las públicas.

Además, la alta proporción de estudiantes que recibe CAE, que en la U. San Sebastián llega al 50%, significa que el pago del arancel de referencia se hace en condiciones tales que nunca debería generar una mochila impagable para los futuros profesionales. El CAE hoy tiene una tasa de interés del 2%  anual, con un plazo máximo de pago de 10 años, luego de salir de la U,  con un valor máximo de la cuota mensual del 10% del ingreso registrado por el SII. Quienes sí tienen un serio problema son los desertores, que son casi la mitad de quienes ingresan, sin duda una proporción demasiado alta.

Existe una especie de paradoja en el mundo actual, que afecta al trabajo. Lo único constante es que el conocimiento crece exponencialmente y el cambio tecnológico se acelera. Ello significa que las actividades que hace un par de años eran las más requeridas, no necesariamente serán las mismas en 6 años más. También tienen impacto las políticas públicas, en especial en salud y educación, 2 áreas claves en la formación universitaria. Sobre la empleabilidad, podemos señalar que lo que hoy día se informa tiene un grave problema; los datos disponibles, como es lógico, muestran la situación del pasado, habitualmente con a lo menos dos años de desfase. Un estudiante que en 2015 estará en el primer año de una carrera universitaria, va a ingresar al mundo laboral recién en 6 o 7 o más años y permanecerá allí por 40 o 50 más; es decir, con datos del 2012 se está proyectando una situación del 2021 adelante. 

Por ejemplo, hoy se dice que las ingenieras vinculadas a la actividad minera  habrían perdido atractivo y se estarían contratando menos profesionales por la baja de la inversión en dicho sector. Hace sólo 3 o 4 años se planteaba exactamente lo contrario, porque es muy difícil afirmar con alguna precisión lo que va a ocurrir en 10 años más en esta materia. Otros ejemplos son Sicología, Educación Física y Odontología, ya que para estimar cuántos profesionales se requerirán en el futuro dependerá en gran medida de lo que decidirá hacer el Estado en Educación, Atención Dental y Problemas Sicológicos.  

Eso nos lleva a plantear que  la información del pasado reciente, sobre todo en carreras de larga duración, es muy imprecisa y que los estudios sobre necesidades futuras de especialistas nunca han acertado. Lo que parece indispensable es que tratemos que nuestros estudiantes desarrollen sus capacidades en un contexto de currícula orientados hacia el aprendizaje general de las disciplinas y el medio. La especialización, por la velocidad del cambio, se debería dar a nivel de programas de postítulo y la siempre presente formación continua en el trabajo mismo.

 

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