Desde la academia al Polo Norte

La angustiosa solicitud navideña de la pequeña hecha al Viejito Pascuero y cuya historia fue dada a conocer por Publimetro, no nos debe por un minuto permitirnos apreciar que las estadísticas son sólo herramientas válidas para análisis económicos y de implementación de políticas en salud, tanto asistenciales como académicas. Tras de cada número o porcentaje subyace la realidad omnipresente de un ser humano que sufre y padece.

Lunes 22 de diciembre de 2014

Desde la academia al Polo Norte
escrito por

Fernando Fuentes, director de Escuela y Carrera de Odontología, U. San Sebastián

Tiempo de Navidad, tiempo de conectarnos con aquel o aquella niña que todos llevamos dentro e independiente de nuestros credos religiosos, cual más cual menos, experimentamos cierto recogimiento espiritual y nos vemos envueltos en una vorágine de sensaciones y sentimientos.

Desde la Academia, donde las llamadas habilidades blandas y en especial la empatía colaborativa nos hace cada día más sentido, solemos refugiarnos ante esta avalancha de melancolías y ensoñaciones infantiles, intentando proponer medidas y soluciones a problemas contingentes que se visibilizan mucho más en estas épocas.

La niñita porteña que cursa tercero básico y que pide como regalo al Viejito Pascuero que “alguien le coloque los dientes a su abuelita porque es discriminada y no puede ir a lado alguno por vergüenza”, no nos deja indiferentes.

Y es así como en la Universidad San Sebastián, específicamente en el Instituto de Políticas Públicas en Salud, hace muy poco se nos llamaba urgentemente a reflexionar respecto del envejecimiento al sur del mundo y fijaba la mira en una pregunta directriz “¿que es importante, que es urgente?

En nuestra Facultad de Odontología Sebastiana, conocemos de sobra las frías cifras que fundamentan esta urgencia. Respecto de la prevalencia de desdentados totales en Chile, la última encuesta nacional de salud 2009-2010, arrojaba que un 29% de adultos mayores desdentados y en 2006, el MINSAL nos alertaba que cerca de un 50% de los adultos mayores chilenos “siente” que su salud bucal, afecta su calidad de vida.

Felizmente nuestras autoridades sanitarias odontológicas, se han hecho eco de esta contundente realidad y diversos remediales han sido puestos en marcha en el ámbito asistencial público; inclusión en el AUGE al paciente de 60 años y extensiones horarias específicas para dar cuenta la ingente demanda por prótesis dentales. Pero no es suficiente y de eso somos conscientes, de capitán a paje.

En el terreno formativo, hemos venido como centro formador de odontólogos, adecuando e insistiendo en la ineludible necesidad de concentrarnos en la tarea acuciante de responder adecuadamente a este fenómeno. Así ponemos énfasis y reiteramos a nuestros educandos que siempre nos enfrentamos a personas que padecen una enfermedad o secuelas de éstas y no a un mero caso clínico que requiere de nuestras capacidades cognitivas y procedimentales para solucionarlo “instrumentalmente”.

Por esto, la angustiosa solicitud navideña de la pequeña no nos debe por un minuto permitirnos apreciar que los parámetros son sólo eso, herramientas válidas para análisis económicos y de implementación de políticas en Salud, tanto asistenciales como académicas. Tras cada número o porcentaje subyace la realidad omnipresente de un ser humano que sufre y padece.

Próximos al 24 de Diciembre acostumbramos a decir en relación a esta fecha, “esta noche es noche buena y mañana Navidad…”. Al parecer, y gracias a su asertiva nieta y a la respuesta vocacional de un colega porteño, por cierto un hombre o mujer de buena voluntad, esta abuelita podrá reinsertarse a la sociedad y recuperar su auto estima y por ende, calidad de vida.

No nos olvidemos jamás, tal como rezaba el lema principal del último congreso nacional de geriatría y gerontología que nuestros adultos mayores “sueñan” y que está en cada uno de nosotros, doctores y doctoras, las más de las veces atender y responder a esos sueños.

Feliz navidad para todos y todas, seguro que esta Noche Buena, no sólo una humilde niñita y su abuelita sentirán que, al menos por un día, los milagros existen.

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