Felipe Belmar y los jóvenes con síndrome de Down

En Chile las oportunidades son escasas, el sistema educativo, salvo excepciones, aún carece de las condiciones mínimas necesarias para asegurar el ingreso, mantención, avance y egreso de los niños y jóvenes con discapacidad.

Jueves 29 de septiembre de 2016

Felipe Belmar y los jóvenes con síndrome de Down
escrito por

Claudia Muñoz, académica USS

Esperanzadora es la historia de Felipe Belmar, quien a sus 23 años se tituló como Técnico Agrícola en una universidad de nuestro país. Su ejemplo, al igual que el de otros jóvenes con síndrome de Down que logran metas académicas, estimula a padres y profesionales del área a seguir trabajando en pos de la inclusión. 

Los factores que están a la base de las experiencias exitosas son diversos. El entorno familiar es el primero de ellos,  ya que una familia fortalecida y con herramientas, que le permitan comprender las problemáticas asociadas a la discapacidad o condición del niño, podrá adaptarse a la situación y sus demandas. El trabajo de la familia para apoyar a un niño con una condición distinta, en el proceso de escolarización, ya sea especial, regular, primaria o secundaria, requiere de tareas adicionales y distintas a las que se realizan, por ello el tiempo disponible y los recursos con que se cuenten son clave. 

En Chile las oportunidades son escasas, el sistema educativo, salvo excepciones, aún carece de las condiciones mínimas necesarias para asegurar el ingreso, mantención, avance y egreso de los niños y jóvenes con discapacidad. Son necesarias infraestructura adecuada, profesionales capacitados, sistemas y procesos de aprendizajes convenientes  a las necesidades y diseños curriculares y de formación planificados para dar respuesta eficiente a las demandas sociales.

No es suficiente con que los menores asistan a las escuelas e ingresen a estudios superiores, también se requiere de un sistema lo suficientemente integrado y coordinado para que los niños efectivamente logren competencias y que éstas sean las necesarias para una vida independiente. 

También la cultura de inclusión es necesaria para que se desarrollen estas oportunidades y el trabajo de las familias tenga sus frutos. En la medida de que todos los ciudadanos valoremos la diversidad y comprendamos que cada uno aporta desde sus capacidades especiales como personas, daremos un paso más en el desarrollo humano y de nuestra sociedad.

Sitios de interés