Las guías de comportamiento social para hombres y mujeres han favorecido la discriminación, los sesgos de género y la baja adherencia del varón en legislaciones como el postnatal extendido parental que se ha implementado en Chile, la que hace partícipe al padre en el apego y la crianza directa de su hijo/hija.

Ya van más de tres años de la implementación de la Ley de Postnatal Parental N° 20.545, que prolonga de doce semanas a 4.5 meses el descanso laboral después del parto y permite al padre hacer uso desde seis a doce semanas del período final del permiso. Pero desde su vigencia, sólo cerca de 0.3% de los varones se ha acogido al beneficio y la adherencia va en descenso.

El sentido de corresponsabilidad en el cuidado de los hijos y de favorecer que las mujeres tuvieran mayores oportunidades de cumplir roles de trabajo y familia que se tuvo al promulgar la ley, no han cumplido su objetivo. La influencia de factores sociales y culturales es fuerte: aún concebimos una visión tradicional de la masculinidad en la familia, la sexualidad y la reproducción, así como una representación autoritaria y proveedora de paternidad. Seguimos entonces asignando a las mujeres el rol de cuidado de los hijos y la procura de afecto, y continuamos en este círculo vicioso de desigualdad e inequidad. Hay estudios que muestran que lo que más incide en los hombres en la decisión de optar al beneficio es la cultura laboral donde están insertos: un ambiente altamente competitivo en el cual la validación y prestigio profesional puede verse vulnerado frente a la opción de participar en la crianza directa del hijo/hija.

Chile, respecto a otros países con igual nivel de desarrollo, presenta una brecha salarial importante entre hombres y mujeres que desempeñan una misma función o cargo. De ahí que el tema económico es vital también a la hora de decidir que el varón se haga partícipe del beneficio de postnatal parental. En países nórdicos se ha logrado resultados exitosos en este punto, con hasta 80% de participación del padre, generando un posnatal masculino cubierto por el Estado posterior al de la mujer.

La incorporación de elementos educativos en forma precoz acerca de una masculinidad más integral y respetuosa de la femineidad, donde se conciba que la paternidad incluye -además del papel de proveedor material y de imagen de disciplina-- la posibilidad de entregar cariño e involucrarse en el cuidado y desarrollo precoz de los hijos e hijas, parece ser una fórmula que avanza hacia eliminación de los estereotipos sexistas y elementos discriminatorios hacia la mujer.