Anticoncepción masculina

La ausencia de espermatozoides en el semen, una condición denominada azoospermia, hace imposible la fertilización y es, por lo tanto, la meta final de los anticonceptivos hormonales que se están desarrollando a base de testosterona. Lamentablemente, esta meta aún no se ha alcanzado, y curiosamente, hay diferencias étnicas en la respuesta a esta anticoncepción.

Jueves 1 de diciembre de 2016

Anticoncepción masculina
escrito por

Erica Castro, académica U. San Sebastián

Aunque los anticonceptivos femeninos son muy eficaces para prevenir el embarazo no deseado, algunas mujeres no pueden usarlos debido a condiciones de salud o efectos secundarios, dejando a algunas parejas sin opciones anticonceptivas eficaces. Por lo tanto, existe una gran necesidad de anticonceptivos masculinos, para prevenir más de los 80 millones de gestaciones no planificadas anualmente en el mundo. 

Dado que la fisiología de la producción de espermatozoides, es un proceso continuo después de la pubertad, tardando los testículos aproximadamente 72 días en generar un esperma maduro, la anticoncepción masculina puede intervenir al: 1) Impedir la salida del semen con espermatozoides a través de barreras físicas como los condones o una oclusión de la salida como el caso de la vasectomía; 2) prevenir la producción de esperma a través de métodos hormonales o sustancias no hormonales; 3) generar la muerte o inhibición de la función del contenido espermático después de la eyaculación a través de productos espermicidas. Sin embargo, estos últimos suelen ser empleados intravaginalmente, por lo que son considerados anticonceptivos femeninos. 

En hombres normales, las concentraciones de esperma en el eyaculado, varía en un rango de 15 a 150 millones de espermatozoides por mililitro de fluido. La ausencia de espermatozoides en el semen, una condición denominada azoospermia, hace imposible la fertilización y es, por lo tanto, la meta final de los anticonceptivos hormonales que se están desarrollando a base de testosterona. Lamentablemente, esta meta aún no se ha alcanzado, y curiosamente, hay diferencias étnicas en la respuesta a esta anticoncepción. Los voluntarios de  estudios asiáticos son más susceptibles a la supresión inducida por la testosterona, alcanzando tasas de azoospermia de 90 a 100%, mientras que los hombres europeos, norteamericanos  y australianos tienen tasas de azoospermia más cercanas al 60 a 80% en dosis hormonales similares. 

De ahí que, actualmente,  las opciones efectivas de anticonceptivos masculinos están orientadas al uso de los preservativos y la vasectomía. En el caso del condón, si éste se emplea en forma consistente y sistemática en forma correcta en todas las relaciones sexuales, su eficacia como método anticonceptivo es de 0.4 a 1.4 embarazos por cada 100 parejas/año. 

La vasectomía es una cirugía ambulatoria sencilla realizada bajo anestesia local, donde ambos conductos deferentes son quirúrgicamente interrumpidos a través de una incisión realizada en el escroto. Esta técnica es altamente eficaz, con una tasa de fracaso < 1% y una baja tasa de complicaciones. La vasectomía es la más apropiada para hombres que no desean fertilidad futura, sin embargo, 3 a 5% de los que se han sometido a esta práctica, solicitan una nueva permeabilización de los conductos. Como las tasas de recuperación de la fertilidad varían de 50 a 70% dependiendo del tiempo transcurrido de la vasectomía, algunos urólogos recomiendan la congelación de una muestra de semen antes del procedimiento. 

Más de 50 millones de hombres han sido sometidos a la vasectomía en el mundo, aunque se han observado diferencias culturales significativas en la adherencia a la técnica, donde Chile no está exento. Por cada veinte mujeres que se esterilizan en nuestro medio, sólo un hombre accede a la vasectomía. 

El impacto de la regulación de la fecundidad ha sido considerable en nuestro país, sin embargo, la participación del varón es escasa y debemos mejorar este servicio en aspectos de información, consejería efectiva, consentimiento y equidad.

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