La suma de todos los miedos

La historia revela que cuando se trastorna el orden de las cosas, cuando se olvidan la moral y el espíritu, el colapso no tarda.

Jueves 19 de octubre de 2017

La suma de todos los miedos
escrito por

Cristián Medina, director Doctorado en Historia, U. San Sebastián

El intercambio de ácidas declaraciones entre dos líderes de regímenes contrapuestos, Corea del Norte y Estados Unidos, que poseen una capacidad militar que podría poner en riesgo la vida de todo el planeta, muestra que su actitud dista mucho del ambiente de entendimiento que debiera primar en el mundo actual. Su conflictiva relación ha generado temor debido a sus amenazas de una hecatombe nuclear.

En Europa, mientras tanto, el referéndum de Cataluña y la violencia que generó hizo reeditar imágenes de un pasado que se pensaba había quedado muy atrás en la península. En esa misma ciudad el pasado agosto un atentado terrorista, en el sector de La Rambla, dejó un saldo de al menos 13 muertos. En Alemania tiemblan los cimientos de su democracia por el ingreso de la extrema derecha al parlamento por primera vez desde 1945, con un discurso islamófobo y antiinmigración.

Aún no se consumían del todo los análisis internacionales sobre estos aspectos cuando conocimos las imágenes del tiroteo en Las Vegas, donde cerca de 50 personas perdieron la vida y más de 500 quedaron heridas, en lo que es la mayor masacre en ese país. Una vez más los fantasmas del miedo colectivo, la violencia y la incertidumbre se apoderaban de las personas.

Sumemos a esto, el cambio climático. Desde agosto, los Estados del Caribe y los Estados Unidos han sido afectados por los huracanes Harvey, Irma, José y Katia, los que han aumentado en categoría y poder de destrucción. En septiembre, México sintió los estragos de uno de los mayores terremotos de su historia y del ciclón Katia, que dejó un saldo de muerte y destrucción. Nada se puede hacer frente a la fuerza arrolladora de la naturaleza.

En este ambiente de fatalidad que pareciera cernirse, donde se suman los miedos y se acopia la incertidumbre, nada enseña más que la experiencia de los siglos. Un recorrido por la historia de la humanidad revela que cuando se trastorna el orden natural de las cosas, cuando campean los apetitos mezquinos y pasajeros y se olvidan las exigencias de la moral y del espíritu, el colapso no tarda en producirse.

Los gobernantes y ciudadanos de Chile, y que lo somos también del mundo, debemos ser parte comprometida y activa para mejorar las condiciones de nuestra vida en sociedad y exigir prudencia a los detentadores del poder, evitando que sobre el descontento y malestar de las multitudes se encaramen los aventureros de turno.

En tiempos convulsos como los que hemos vivido es bueno volver la mirada al pasado, ya que la historia -decía Cicerón- es el testigo de los tiempos, la antorcha de la verdad, la vida de la memoria, el maestro de la vida, el mensajero de la antigüedad. La historia -concluía de modo magnífico Cervantes y Saavedra- es el aviso de lo presente, y advertencia de lo por venir.

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