Influencia del rol de género en el emprendimiento

Se debe impulsar el emprendimiento gracias al uso de estereotipos andróginos en sus definiciones, es decir, más neutros, sin resaltar ninguna característica de género masculino o femenino en particular, lo que puede implicar un cambio de actitud en el espíritu empresarial femenino.

Lunes 2 de octubre de 2017

Influencia del rol de género en el emprendimiento
escrito por

Charles Araya, director de Ingeniería Civil Industrial USS sede Concepción

En los últimos años  se observa un  aumento considerable del  número de mujeres que realiza un emprendimiento, ya sea involucradas en etapas iniciales de la actividad emprendedora  o participando de un negocio ya establecido. Sin embargo la evidencia empírica indica que aún existe un desequilibrio entre la proporción de mujeres que emprenden frente a los hombres que realizan esta misma  acción.

Estudios realizados por el  GEM (Global Entrepreneurship Monitor) confirman esta brecha  en una muestra realizada en  41 países donde se observa que el porcentaje de hombres emprendiendo es mucho mayor que el de las mujeres. Para el caso de nuestro país, el mismo organismo (GEM 2016), menciona que la proporción es de seis mujeres que emprende por cada diez hombres que realiza la misma actividad.

Para determinar las causas que explican esta brecha en el emprendimiento se han formulado muchos estudios que abordan un sinnúmero de aspectos que tratan de identificar las diferencias entre los hombres y las mujeres que crean empresas. Atribuyen a cómo los hombres y mujeres perciben el ambiente para emprender y su capacidad de tener éxito en este tipo de iniciativas desde la mirada de la motivación, de los  factores contextuales de la cultura territorial productiva, al desarrollo económico y al apoyo institucional.

Otras investigaciones atribuyen esta brecha a la persistencia de los estereotipos de género en una amplia gama de culturas y sociedades donde existe una percepción de que el emprendimiento es una ocupación tradicionalmente masculina. Esto traería como resultado que los intereses profesionales de hombres y mujeres siguen caminos diferentes, debido a estos estereotipos de género que son socialmente construidos con respecto a la realidad, siendo, al parecer, un factor no menor que influiría en la motivación y deseo de convertirse en emprendedor.

Necesario impulso

Se hace necesario abordar el debate sobre las razones que provocan que uno u otro género tengan más probabilidades de crear una empresa.

Debido a que el número de mujeres empresarias es menor al de los hombres, su participación en el mundo de los negocios se contempla como una oportunidad para el desarrollo económico y crecimiento de los países. Por esta razón, aumentar su participación en la actividad empresarial es una importante tarea a realizar y se deben maximizar los esfuerzos públicos y privados para impulsar el importante rol de la mujer en el emprendimiento y cómo impacta en el desarrollo económico local.

Frente a lo anterior existe una real necesidad de entender de mejor forma los factores que impactan en las restricciones de la aspiración de la mujer a emprender. Gran parte de la literatura que estudia el emprendimiento femenino se enfoca a comparar las diferencias en función de su sexo. En cambio, estudios recientes comienzan a utilizar el género y el análisis de su construcción social estableciendo una clara distinción entre el sexo biológico y la función de género, concluyendo que la orientación de género es mejor predictor de la intención a emprender.

Orientación del rol de género

Diversas investigaciones plantean el tema del emprendimiento como un proceso de género, aún es incipiente las aportaciones que aborden cómo la orientación de rol de género tiene algún grado influencia con aspectos vinculados al emprendimiento.

Un trabajo que aborda esta temática es el estudio realizado por Brodsky (1993), quien analizó la orientación de rol de género de empresarias y directivas en Estados Unidos utilizando el test de personalidad de 16 factores de (Cattell et al., 1969) y el Bem Sex-Role Inventory (Bem, 1981).

Las evidencias revelan que las mujeres empresarias no se identifican a sí mismas con el rol sexual femenino estereotípico. De hecho, se encontró que dos tercios de las propietarias de negocios de la muestra tenían actitudes culturalmente masculinas, mientras que el tercio restante, manifestó poseer una autopercepción andrógina (neutra).

En cuanto a los rasgos de personalidad, el estudio las describe como dominantes, oportunas, seguras de sí mismas, autosuficientes, audaces, suspicaces, astutas, un tanto conservadoras, brillantes, decididas, analíticas y fuertes, con necesidad de control e intolerantes a los límites impuestos por otros y hábiles verbalmente.

Contribuciones empíricas más recientes en este campo han analizado la orientación de rol de género mediante distintas metodologías. Lo han relacionado con la autoeficacia emprendedora y la intención de emprender, respectivamente, llevando a cabo en ambos casos estudios comparativos entre diversos países, es decir, diversas culturas, donde los roles, en una estructura social determinada, influyen en las relaciones entre grupos, así como en el vínculo existente entre dichos roles y los estereotipos de género.

Así, la estructura ocupacional del mercado de trabajo se encuentra modelada por el género mediante la interacción entre tres factores que interactúan entre sí, como es la pertenencia a un grupo u otro (ser hombre o mujer), la identificación del individuo con las características del género femenino o masculino (orientación de rol de género) y, por último, los estereotipos de género.

El marco teórico que hemos establecido nos permite mejorar nuestra comprensión de los factores socioculturales subyacentes que motivan el comportamiento empresarial. La gran tarea es ahora incorporar esta nueva mirada en las  políticas públicas y en el diseño de programas que impulsen el emprendimiento gracias al uso de estereotipos andróginos en sus definiciones, es decir, más neutros, sin resaltar ninguna  característica  de género masculino o femenino en particular, lo cual puede implicar un cambio de actitud en el espíritu empresarial femenino y, por siguiente, aumentar su participación y ser actores relevantes del desarrollo económico del país.   

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