Tomar conciencia: mi Salud el 2050

Hoy se ve lejano, pero el 2050 está a la vuelta de la esquina, por lo que -en lo individual- es importante desde hoy modificar, en la medida que esto sea posible, aquellas conductas "poco saludables" que perjudican nuestra salud, y trabajar colectivamente en políticas públicas que actúen en aquellos determinantes susceptibles de cambiar mediante intervenciones costo-efectivas...

Miércoles 22 de abril de 2015

Tomar conciencia: mi Salud el 2050
escrito por

Andrés Zúñiga, estudiante de Medicina U. San Sebastián y asociado a Ipsuss

La evidencia señala que la salud de las personas está directamente relacionada con las condiciones sociales en las que viven y trabajan, lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido como los Determinantes Sociales de la Salud (DSS). También se los ha definido como "las características sociales en que la vida se desarrolla". Por lo tanto, el contexto social y las condiciones sociales en las que el individuo está inserto determinan qué tan expuesto y/o vulnerable esté de adquirir una determinada patología, especialmente las crónicas (hipertensión, diabetes, obesidad y depresión) que -como ya sabemos- son y seguirán siendo las responsables de un aumento significativo en la morbimortalidad en Chile y el mundo.

Marc Lalonde, ministro canadiense de Salud en 1974 identificó como determinantes sociales claves los estilos de vida, el ambiente, la biología humana y los servicios de salud, que en la actualidad siguen vigentes y validados por la OMS.

Entonces, si nuestros estilos de vida son claves para nuestra salud, les pregunto ¿tenemos un estilo de vida saludable? ¿Y por qué lo pregunto?: a propósito del envejecimiento de la población chilena, porque hoy tenemos una esperanza de vida al nacer de 80 años. Entonces, si aún nos quedan tantos años por vivir ¿cómo nos estamos preparando para llegar de la mejor manera posible, en términos de salud y calidad de vida?

Hoy se ve lejano, pero el 2050 está a la vuelta de la esquina, por lo que -en lo individual- es importante desde hoy modificar, en la medida que esto sea posible, aquellas conductas "poco saludables" que perjudican nuestra salud, y trabajar colectivamente en políticas públicas que actúen en aquellos determinantes susceptibles de cambiar mediante intervenciones costo-efectivas.

Ahora bien, ¿cómo modifico aquellas conductas poco saludables? Es muy fácil escribirlo o decirlo, pero en la práctica todo cambio de hábito requiere una fuerza de voluntad que depende de cada uno, y el grado de determinación para salir de la "etapa de contemplación" (en la que sé que tengo que hacer un cambio, pero no puedo hacerlo) a la "etapa de acción" (en la que estoy convencido de que sí hay que hacer y lo realizo) tiene que ver con el nivel de conciencia que tengo sobre el impacto y consecuencias que estas conductas tienen en mi salud.

Por lo tanto, a mi parecer, para generar ese cambio el primer paso necesariamente es tomar conciencia de que: 1) el tiempo pasará e inevitablemente envejeceremos, por lo que debemos cuidar nuestro cuerpo para que cuando ese momento llegue sea en condiciones dignas, y 2) nuestro cuerpo es la herramienta más perfecta que tenemos, es sólo uno, es la casa del alma, por lo que hay cuidarlo y respetarlo día a día, no para que no nos enfermemos, sino porque entendemos que no hay bien más valioso que nosotros mismos.

Debemos además ser actores y movilizadores de la promoción de instancias que aborden la necesidad de legislar en políticas públicas que fomenten estilos de vida saludables, como por ejemplo, instaurar el hábito del deporte a nivel de sociedad. No debemos olvidar que somos una especie diseñada para estar en constante movimiento, y que en la antigüedad (hace no muchos años en términos evolutivos) no nos alimentábamos ni en las cantidades ni con las frecuencias con las que nos alimentamos hoy. Somos una especie que se sentó en una oficina hace no más de 100 años, que adquirió un estilo de vida sedentario y que tiene a su alcance un exceso de comida que consume día a día.

Hoy las consecuencias están a la vista: hipertensión, diabetes, obesidad y depresión. Si aún no hemos evolucionado para adaptarnos a este ritmo de vida, lo lógico es buscar el punto de equilibrio entre la fisiología normal de nuestro organismo y el estilo de vida que la sociedad moderna nos obliga a llevar. Proponer cursos de deporte dentro de las mallas curriculares universitarias, aumentar las horas de educación física en los colegios, asegurar a los trabajadores servicios de gimnasio o algún tipo de deporte dentro de su jornada laboral, podrían ser un aporte para enfrentar esta pandemia de enfermedades crónicas que nos enferman y deterioran nuestra calidad de vida en todos los ámbitos.

En la medida en que nos convirtamos en una sociedad más saludable, tendremos mejor calidad de vida, nos enfermaremos menos, gastaremos menos en salud y podremos destinar todos esos recursos para combatir aquellas inequidades en educación, vivienda, alimentación, etc. para seguir avanzando de esta manera hacia un país más justo.

La promoción y prevención es esencial. Entender que en salud esto no es gasto, sino inversión, es urgente. Debemos ser una sociedad con un enfoque en la salud como el principal capital y bien que poseemos. Como lo mencioné anteriormente, no hay bien más perfecto que el cuerpo humano, debemos cuidarlo y respetarlo, no debemos olvidar que en esta vida sólo tendremos uno. Juvenal, poeta latino creador de la sátira romana, lo dijo a finales del siglo I D.C. hace ya casi 2000 años: "Mens sana in corpore sano" (mente sana en cuerpo sano) con lo que concuerdo completamente, al considerar que sin duda alguna ambas van de la mano

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