Prevención es salud

La evidencia señala que el personal de salud se comporta como reservorio y vector de brotes de infecciones intrahospitalarias, principalmente por la contaminación de microorganismos patógenos en instrumental médico y manos.

Viernes 13 de marzo de 2015

Prevención es salud
escrito por

Andrés Zúñiga, estudiante de Medicina U. San Sebastián y asociado a Ipsuss.

La infección asociada a la atención de salud (IAAS), también denominada infección “intrahospitalaria” o “nosocomial” es aquella “infección que tiene lugar en un paciente durante su atención en un hospital u otro establecimiento de atención sanitaria, que no estaba presente o no se estaba incubando al momento de la admisión”. El origen de éstas se remonta al inicio de los hospitales en el año 325 D.C., cuando fueron creados como expresión de caridad cristiana para los enfermos. Se dice que la primera causa de este tipo de infecciones es el propio hospital.

En la actualidad, las IAAS constituyen un importante problema de salud a nivel mundial, no sólo para los pacientes sino también para su familia, comunidad y el Estado. Afectan a todas las instituciones hospitalarias y son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad, además de ser responsables del aumento en los costos en salud. Se presentan en un 5% a 10% de los pacientes hospitalizados y su incidencia está en función a la edad (son más frecuentes en los extremos de la vida), el estado inmunitario (los inmunodeprimidos de diferente etiología son más susceptibles) y a las patologías de base propias de la persona. La mortalidad puede alcanzar hasta 27% en pacientes de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

En países como Francia, el gasto promedio por paciente que adquiere una IAAS es de 1.800 a 3.000 dólares en sobreestadías que van de 7 a 15 días. En países desarrollados el total de los gastos anuales asociados a las infecciones intrahospitalarias se estiman entre 5 y 10 mil millones de dólares. Se calcula que son la causa de muerte del 1% a 3% de los pacientes hospitalizados, alcanzando cifras alarmantes como las reportadas en Estados Unidos, con 25 a 100 mil muertes anuales.

El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) estima una incidencia de 2 millones de IAAS al año, con una sobreestadía hospitalaria promedio de 5 días. La infección de la herida operatoria (IHO) representa una sobreestadía de 7,5 días, las bacteremias de 7 a 21 días y las neumonías de 6,8 a 30 días promedio. En términos económicos esto se traduce en un gasto anual de 4 mil 500 a 5 mil millones de dólares, una sobreestadía de 8.676.000 días-cama y 90 mil muertes al año.

En nuestro país la situación no es muy diferente, ya que se estima que hay unas 70.000 IAAS al año, con un aumento promedio de la sobreestadía hospitalaria de 10 días, un costo anual para el país de 70 millones de dólares y una sobreestadía anual de 700 mil días-cama.

Esto se ve agravado ya que la evidencia señala que el personal de salud se comporta como reservorio y vector de brotes de IAAS, principalmente por la contaminación de microorganismos patógenos en instrumental médico y manos. Por lo tanto, acciones de los mismos como la técnica y la vigilancia sobre los procedimientos que se llevan a cabo en el paciente, la vigilancia sobre terapia farmacológica y en general técnicas de asepsia y antisepsia en todo procedimiento son factores clave para el desarrollo o no de éstas.

Es por lo anterior que nuestro deber como pacientes, estudiantes y profesionales del área de la salud es insistir en la prevención, haciendo hincapié en el lavado de manos, ya que la principal fuente de infección en las IAAS es la exógena. Lo mismo para la persona en su rol de “paciente empoderado”, que sin miedo y con respeto debe exigir al profesional y/o estudiante que se lave las manos antes de examinarlo.

Es importante considerar que además de los impactos negativos para el paciente, familias y país, las IAAS afectan a todas las instituciones públicas y privadas de salud y son un problema que va en aumento en hospitales académicos del mundo. Por lo tanto -como lo dijo el Presidente J. Kennedy respecto a la educación pero que es aplicable a la medicina- los pacientes pueden ser víctimas del destino pero no de nuestras negligencias.

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