Cambio en la Argentina de Macri

Después de las exitosas elecciones legislativas, el gobierno de Mauricio Macri enfrenta otra gran prueba de fuego. Se le medirá, si es una administración de sello “conservador”, o bien un gobierno transformador, como muchos argentinos han soñado en las últimas décadas.

Martes 31 de octubre de 2017

Cambio en la Argentina de Macri
escrito por

Alejandro San Francisco, historiador e investigador de CEUSS

El triunfo de Macri en la elección presidencial en Argentina ponía fin a la era de los Kirchner-Fernández, y por otra parte daba inicio a un gobierno que proponía una novedad para la política del país. Su victoria era un gran referente regional que permitía mostrar una alternativa al socialismo del siglo XXI, como demostró el propio mandatario al condenar rápidamente a la dictadura de Nicolás Maduro y solicitar que se aplicara la “cláusula democrática” de la OEA.

El domingo 22 de octubre el gobierno argentino tuvo su prueba de fuego al enfrentar elecciones legislativas de la cual salió favorecido. Los comicios eran decisivos por dos razones: se trata de la primera gran medición que permite evaluar una proyección de cara a la eventual reelección del propio Macri (2019) y otorgan piso político a los cambios promovidos desde la administración.

Además, hay otros tres elementos que merecen una consideración especial: Primero, el cambio en la lógica de gobierno que ha representado Macri en la Casa Rosada. Segundo, el recambio generacional que se ha producido. Por ejemplo, Esteban Bullrich, quien derrotó a Cristina Fernández en la elección senatorial en Buenos Aires, tiene 47 años y una vida relativamente corta en política. Tercero, la importancia del liderazgo de Macri a nivel regional.

Un punto aparte lo merece Cristina Fernández, de gran popularidad y, sin duda, una figura en la política trasandina, pero no hay que engañarse. Desde hace algún tiempo ella vive su fase de decadencia: su gobierno experimentó numerosos y crecientes problemas. Hoy ha decidido volver a la primera línea, obteniendo un resultado ambivalente: una derrota electoral frente a Bullrich, pero accediendo al Senado, al lograr la segunda mayoría.

No está clara su posición en el nuevo escenario. Dilma Rousseff, la destituida líder brasileña, le envió un mensaje, señalando que el resultado “confirma su condición de principal líder de la oposición al gobierno de Macri”. Lo más probable es que esto sea una manifestación de amistad, más que un análisis político real. En parte, porque Fernández debe enfrentar, además de la actividad política, un incierto escenario judicial. Por otro lado, porque la oposición argentina vive un proceso de fragmentación y lucha por el poder que está recién comenzando, y son más quienes desean jubilar a la ex gobernante que los que esperan verla nuevamente ejerciendo un gran liderazgo.

En cuanto al gobierno, precisamente se le medirá por si es una administración de sello conservador, o bien un gobierno transformador. Para lograr el progreso económico y social se requieren cambios institucionales. Macri parece ser la persona indicada para liderarlos. Ahora tiene un nuevo respaldo para acometer la tarea, ciertamente difícil, pero que va en la dirección que la sociedad argentina le ha confiado.

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