Adultez emergente, nueva etapa del desarrollo humano

Cuando observamos a la familia chilena en el tiempo, podemos identificar ciertos cambios que son cruciales en la estructuración sociodemográfica de la población. Por ejemplo, en el año 1930 se registraron nueve matrimonios por cada mil habitantes, y en el año 1960 nacieron cinco hijos por mujer. En cambio, para el año 2008 las nupcialidades alcanzaron un número de tres por cada mil habitantes y la cantidad de hijos por mujer bajó a dos niños (Fuente INE, 2010).

Jueves 4 de diciembre de 2014

Adultez emergente, nueva etapa del desarrollo humano
escrito por

Giulietta Vaccarezza Psicóloga y académica Facultad de Psicología de la USS, Sede Los Lagos.

Es cierto que las cifras son fáciles de comprender cuando se analizan sólo números, es efectivo además que, desde el punto de vista estadístico, se pueden trazar gráficos y tablas que ayuden a entender mejor los cambios que se han producido en términos cuantitativos.
No obstante, las modificaciones del ciclo vital de los chilenos no aparecen en dichas cifras. Una de estas modificaciones corresponde a la denominada "nueva etapa del desarrollo", conocida como adultez emergente, cuya característica esencial es el retraso en ciertas tareas psicológicas que antes se consideraban cruciales para ser un adulto: el logro de la intimidad afectiva y la llegada de los hijos.
La intimidad afectiva no es otra cosa que tener una pareja estable, amar y compartir un proyecto vital. Los hijos, en cambio, dan sentido a la proyección del amor y permiten consolidar afectos, como una fuerza sintónica que lleva al adulto a mostrar su confianza básica y su fidelidad.
En la adultez emergente la urgencia de las tareas no está en este foco, como nueva etapa entre la adolescencia y la adultez, el adulto emergente tiene cierto grado de independencia en los roles sociales, pero su punto de distinción radica en que para él o ella es un momento de exploración de una gran variedad de alternativas posibles en diferentes ámbitos de su vida como el amor, el trabajo y la visión de mundo.
Dedicarse a estudiar, trabajar, hacer vida social o viajar son alternativas para un grupo importante de personas y, aunque aún no han entrado en las responsabilidades típicas de la adultez – madurez, son una fuerza social y laboral promisoria, que se orienta al cambio y está dispuesta a asumirlo, convirtiéndose hoy en uno de los grupos de referencia para el desarrollo sociocultural del país.

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