¿Por qué es necesaria la filosofía?

El director del Instituto de Filosofía USS, Eugenio Yañez,presentó el libro "Los Filósofos y sus fantasmas?, obra que fue comentada por el presidente de la Junta Directiva de la U. San Sebastián, Luis Cordero y los académicos Alex Ibarra y Mariano Bártoli.

Martes 28 de mayo de 2019

¿Por qué es necesaria la filosofía?
escrito por Oscar Galaz

“Para nadie es un misterio que la Filosofía lucha por mantenerse a flote, sorteando las inmensas marejadas posmodernas y de ‘posverdad’ que amenazan con arrasar con todo atisbo de reflexión existencial”, señala el director del Instituto de Filosofía de la U. San Sebastián (USS), Eugenio Yañez.

Fundamentos que llevaron a escribir el libro: “Los Filósofos y sus Fantasmas”, publicado por Ediciones USS, el cual está dirigido al público general, “cualquier persona que esté dispuesta a seguir planteándose seriamente las grandes preguntas sobre su existencia y su destino”, comentó su autor.

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Luis Cordero, Alex Ibarra, Ana Victoria Durruty, Eugenio Yañez y Mariano Bártoli. 

La obra fue presentada en el marco del Primer Simposio Internacional de Filosofía: “Ser y quehacer de la Filosofía en la sociedad actual”, que se desarrolló en la Universidad San Sebastián, al que asistieron filósofos nacionales y extranjeros, historiadores, académicos y autoridades de la universidad, encabezadas por el Presidente de la Junta Directiva, Luis Cordero, quien fue uno de los comentadores del libro.

En su exposición, Cordero señaló que “cuando Yañez nos hace reflexionar sobre la realidad que vivimos, es imposible no concluir que el retroceso espiritual de la humanidad en contraste con todos los avances científicos, tecnológicos y materiales que todos conocemos, ha generado un desequilibrio en la formación de las personas, que las convierte en presa fácil de promesas y vivencias que inevitablemente se verán frustradas”.

Cordero hizo hincapié en que “la promesa postmoderna de ahora, parte simplemente por dar por muerto a Dios o por dar por evidente su inexistencia, en vez de promover un culto a la razón. La fe se pone ahora ciegamente en esta nueva faceta de los avances científicos que lograrán concederle la libertad absoluta a cada persona, para poder disponer de la vida y del tiempo, en función del placer, del ocio, sin que existan deberes ni obligaciones ni angustia ni compromisos, que le puedan impedir el ejercicio de todos los derechos imaginables”.

El académico del Instituto de Filosofía USS, Mariano Bártoli, comentó que “si la filosofía quiere poder ser verdadera luz que ilumine las inteligencias y los corazones de las personas para, de ese modo, contribuir al bien común, es urgente y necesario -no sólo mantenerla en la enseñanza media- sino también que sea fiel a sí misma como ciencia de las primerísimas causas de las cosas; que vuelva a ocuparse de los asuntos humanos y más cercanos al ser del hombre; que recupere la humilde actitud socrática del “solo sé que nada sé”; que se ponga al servicio del pensar humano y escape a las trincheras de los sistemas filosóficos; y sobre todo, que se abra a un diálogo fructífero con los otros saberes y disciplinas científicas, que le permitan una colaboración estrecha y eficaz en vistas al verdadero bien del hombre”.

En esta misma línea, el filósofo y académico de la U. Católica Silva Henríquez, Alex Ibarra, destacó de la obra “el hecho de que se plantee el aporte de teólogos que no son parte de la fe católica. Una filosofía, aunque sea cristiana, hace bien que se entienda desde una posición contextualizada, que integre la producción reflexiva, y a la vez, la experiencia espiritual. Un cambio de orden moral en nuestros días incluye lo intelectual y lo espiritual. En este ámbito, el cristianismo es una de las referencias que son parte de nuestra historia”.

Finalmente, Eugenio Yañez en su intervención indicó que “la enseñanza de la filosofía intenta sobrevivir ante las marejadas de postverdad y posmodernidad, y que ella tiene dos grandes enemigos: el tecnócrata que la considera inútil, y el ideólogo, que la considera peligrosa”.

Pese a este panorama algo desolador, Yañez mantiene la esperanza. “Pese al avance arrollador de la técnica y el utilitarismo, las grandes preguntas existenciales, que todos y cada u no de nosotros en algún momento se debe hacer, se niegan a morir

 

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