Inicio de clases: ¿Cómo elegir el calzado y la mochila adecuada?

Dentro de las necesidades propias del año escolar, están las compras de uniformes y los útiles. En el caso de la vestimenta para el colegio, el calzado es muy importante, tomando en cuenta el mayor desgaste que sufren los zapatos y/o zapatillas durante el año y que se cumplan requisitos de comodidad y ergonomía. Lo mismo es válido a la hora de adquirir una mochila.

Miércoles 27 de febrero de 2019

Inicio de clases: ¿Cómo elegir el calzado y la mochila adecuada?
escrito por Álvaro Mociño

Un factor a considerar antes de determinar qué calzado escolar se debe comprar, es la etapa de crecimiento en la que se encuentra el niño. María Paz Fernández, kinesióloga y académica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Sebastián señala que “el calzado debe permitir un correcto desarrollo de los pies, los cuales crecen hasta aproximadamente los 16 años”. 

La kinesióloga precisa que “el patrón de marcha semejante al adulto (aspectos biomecánicos) se alcanza alrededor de los 7 años y las características que definen el estilo de la marcha como, por ejemplo, la altura, se adquieren cerca de los 15 años. Cuando se trata de la edad preescolar, se recomienda utilizar calzado con suelas flexibles para permitir la movilidad de las articulaciones además del adecuado desarrollo de la musculatura intrínseca y que le permita sentir el terreno bajo sus pies”. 

Por esta razón, agrega la profesional, “el calzado tipo abotinado puede ser muy duro y no favorece el movimiento disociado y libre de los pies”. 

Por otra parte, la kinesióloga indica que “si los zapatos tienen velcros para ajustarse, los niños pueden ponérselos cómodamente, lo que los prepara para después aprender a atarlos cuando tienen cordones y esto favorece su independencia en actividades simples y también en su desarrollo psicomotor”. 

En definitiva, la docente sostiene que para los niños el calzado escolar “debe ser cómodo, aunque esté nuevo y además flexible, para permitir el movimiento disociado y coordinado en las articulaciones del tobillo y de los huesos propios del pie”. 

También precisa que los zapatos “tienen que ser de materiales transpirables, como cuero o piel y la punta debe ser ancha y larga para que puedan mover libremente sus dedos”. 

Respecto a si es conveniente o no comprar un número más en los zapatos, la académica USS explica que lo recomendable es “que tenga mayor longitud que la del pie del niño(a); aproximadamente de 1 a 1,5 centímetros más grande que el dedo más largo, ya que son los dedos los que deben moverse con libertad. Además, esto evita las compresiones ungueales (de las uñas)”. 

La kinesióloga hace una excepción, cuando se trata del uso de un soporte plantar o plantilla, ya que en ese caso “es mejor comprar un número más grande de zapatos”. 

¿Y qué pasa con la mochila?

Existen algunos parámetros básicos y características de las mochilas que permiten que el traslado de libros y útiles escolares sea cómodo y no implique consecuencias desde el punto de vista articular, muscular o un daño silencioso en la zona lumbar. 

Gabriel Araya, kinesiólogo y ergónomo de la Facultad de Ciencias de la Salud, de la USS asegura que “al estar en etapa de crecimiento, el peso de la mochila puede generar desbalances musculares que en el tiempo podrían provocar por ejemplo escoliosis. Si estas no son identificadas a tiempo a la larga puede ocasionar problemas de columna importantes”.  

Por eso indica que ergonómicamente “se sugiere que la mochila sea cómoda, que sólo cubra el torso del cuerpo, es decir columna lumbar y torácica”.  

Además, plantea que “para que la mochila tenga una mayor sujeción al torso, debe contar con listones transversales que la afirmen a nivel abdominal y torácico”. 

También puntualiza que el orden de cómo utilizar los espacios dentro de la mochila es importante. 

“Se recomienda que los objetos de más peso estén lo más próximo a la columna porque ayuda a que el tronco se mantenga recto y que estos objetos se sitúen a una altura aproximada, entre la zona torácica baja y lumbar alta, para evitar que el niño se incline hacia adelante para compensar el peso”, explica el kinesiólogo.

Asimismo, enfatiza que siempre se deben utilizar los dos tirantes porque de esta forma “se evitarán descompensaciones o desbalances musculares”. 

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